Salimos con un grupo de amigos la noche en que todo cambió. Había estado saliendo con alguien durante algunas semanas pero tú y yo sabíamos que no era nada serio. Fue una larga distancia y me aseguré de no acercarlo a ti. Dijiste que éramos amigos pero ambos sabíamos que la tensión había ido aumentando durante semanas.
Creo que sabía inconscientemente lo que iba a pasar. O tal vez era lo que quería que sucediera.
Un grupo de nosotros salimos a bailar esa noche y había tanto ruido en el club que no pude escuchar lo que decías. Tomaste mi cabeza entre tus manos y me susurraste algo al oído. No recuerdo lo que dijiste pero creo que sabías exactamente lo que estabas haciendo. Tenías que saber el resultado que tendría en mí.
Sentí como si mi cuerpo estuviera en llamas. Al instante mi estómago se llenó de mariposas que traté de ignorar. La electricidad corría por mis venas y todo lo que quería era que estuviéramos solos para no tener que fingir que no sentía nada.
Ese fue el momento en el que se acabó el juego, lo admitiera o no.
Ya era tarde y volvimos a mi casa a ver una película porque aún no estábamos cansados. Estábamos en el sofá y yo me recosté sobre tu pecho. Todavía recuerdo lo fuerte que latía mi corazón. Habíamos sido amigos y estábamos a punto de cruzar una línea que no podía deshacerse una vez que la cruzáramos.
Levanté la cabeza para que mis labios se encontraran con los tuyos y al instante sentí la electricidad nuevamente. Fue el primer beso más perfecto que he tenido, familiar como si lo hubiésemos hecho mil veces antes.
Nos mudamos a mi habitación y todo lo que recuerdo es una ráfaga de ropa arrancada. Esa noche no tuvimos sexo. De hecho, te eché antes de que mi compañero de cuarto se despertara por la mañana y no estabas contento conmigo.
No tenía expectativas en ese momento. No me debías nada. Pero aun así le envié un mensaje de texto al chico con el que estaba saliendo a la mañana siguiente para terminar las cosas. Simplemente sabía que no podía continuar en una relación con falta de química cuando existía alguien como tú.
Un mes después, sin contacto físico y sin poder volver a ser amigos incómodos, me besaste de nuevo. Esta vez estábamos en tu apartamento y en lugar de pedirme que me fuera me preguntaste si me quedaría. Decidí quedarme y no dormimos mucho esa noche. Recuerdo estar acostado en la cama, mirando al techo, mientras esperaba con todo mi corazón poder mantener este sentimiento.
Han pasado casi dos años desde aquella noche. Todavía puedo dormir a tu lado. La química que sentí en ese primer beso no ha cambiado. Todavía siento mariposas cuando me besas. Te quiero todos los dias. Espero que algún día me pidas que me case contigo, aunque me dé miedo admitirlo.
Eres todo lo que podría haber deseado y me has demostrado que puedo tener una relación sana con alguien que me ama con una química increíble. Valías cada corazón roto que tenía antes de encontrarte.