Foto de Anne-Marie Pronk en Unsplash
Nunca olvidaré cuando mi mamá compartió conmigo la conversación que tuvo con mi abuelo.
Antes de conocer a mi papá, mi abuelo le dijo a mi mamá:
«Encuentra a alguien que sea mejor que tú».
Como hija mediana que crecía en una familia italiana de 6 personas, mi madre se hacía cargo de muchas de las responsabilidades.
Desde cuidar a sus hermanos menores hasta encargarse de las tareas del hogar y ser mediadora en la rivalidad entre hermanos, ella era la que más dependía de ella.
Con el tiempo, ahorró dinero, compró su propio coche y se mudó antes que el resto de sus hermanos.
Si tuviera un segundo nombre, independencia (y Miss Insist 😜) sería ese.
Hasta el día de hoy, ella es la persona a quien acudir en la familia para administrar las finanzas y equilibrar las disputas familiares.
Una verdadera especie de «Libra».
Entonces, ¿por qué mi abuelo le diría que buscara a alguien “mejor”?
¿No era lo suficientemente buena tal como era?
Además, ¿no “media naranja“¿Implicas que, para empezar, eres inadecuado y no estás completo?
Éstas, entre muchas otras preguntas, fueron planteadas y respondidas.
Después de viajar este verano y conocer una variedad de parejas en relaciones satisfactorias, seguí escuchando una variación de la frase de mi abuelo.
Desde “conocer a su media naranja” hasta “encontrar la pieza que faltaba del rompecabezas”, las frases eran diferentes, pero el significado era el mismo.
Sólo después de conocer a estas parejas a nivel personal me di cuenta de lo que mi abuelo quiso decir desde el principio.
No se trataba de encontrar a alguien que fuera mejor que tú (mejor es subjetivo de todos modos) o que pudiera “completarte”.
Esa mentalidad sólo refuerza la idea de que no eres lo suficientemente bueno y necesitas encontrar a alguien que te haga sentir completo.
Se trata de:
Encontrar a alguien que te complemente, cuyas fortalezas sean tus debilidades, que saque lo mejor de ti, no lo peor. El yin de tu yang.