No olvides por qué.

No olvides por qué empezaste.

Me digo esto con regularidad; para no olvidar por qué comencé.

Pienso en por qué comencé a preocuparme por los demás porque sabía lo que se sentía al sentir que nadie se preocupaba por mí.

Pienso en por qué me levanté de la cama, por qué comencé mi día o por qué sigo intentándolo.

Hay una razón por la que empezaste ese negocio. Hay una razón por la que empezaste a intentar ser una mejor persona. Hay una razón por la que empezaste a preocuparte por otras personas.

Hay una razón por la que saliste con esa persona. Hay una razón por la que tú también rompiste con ellos.

Hay una razón por la que no apretaste el gatillo, saltaste del acantilado, cruzaste el puente ni tomaste las pastillas.

A veces es fácil olvidar por qué, por qué sucedió todo esto o por qué hicimos las cosas que hicimos.

Es fácil perder de vista la razón por la que empezaste y es fácil olvidar por qué sigues adelante.

Nunca olvides por qué empezaste, esa es la razón por la que sigues adelante.