Tres ejercicios para sentir que puedes con cualquier cosa
Foto de Juan José en Unsplash
Hay un dicho alemán que se traduce así: La peor manera de extrañar a alguien es sentarse junto a él, sabiendo que nunca estará contigo.
Durante tres años me senté a su lado y nunca iba a funcionar. Tres largos años de estar enamorado de mi mejor amiga, eso fue lo que me llevó finalmente admitir: “Nunca estaré con esta chica”.
Recuerdo claramente el día. Es uno de esos raros recuerdos a los que puedes acceder como si fuera un vídeo de Youtube. Haces clic en un botón y, al instante, puedes verlo. Claramente.
Cuando le doy al play, me veo sentada en mi escritorio, llorando. Yo tenía 18 años. No lloro mucho, pero este me dolió. En el fondo, sabía desde hacía un tiempo que nunca estaríamos juntos, pero aun así era abrumador.
Por mucho que me sintiera triste, también me sentí aliviado. Finalmente, fui libre. Finalmente pude seguir adelante. Algunas de mis lágrimas eran lágrimas de felicidad. Esta es la parte más distinta del recuerdo. Me senté en la silla de mi escritorio y pensé: “Bueno, al menos todavía me tengo a mí mismo. Supongo que siempre me tendré a mí mismo”.
A veces bromeo diciendo que, cuando tenga que estar solo, al menos estaré en buena compañía. Es gracioso, pero también es cierto. No puedo rastrear este sentimiento más allá de ese recuerdo. Ese día comprendí que una enorme inversión emocional había fracasado, pero también me di cuenta de que mis padres me criaron para ser mi mejor amigo.
Hay mucho que asimilar y por eso estaba llorando.
La autosuficiencia emocional es la base de una buena salud mental. También es un terreno fértil para la felicidad. Cuanto mejor puedas manejar tus emociones, más momentos positivos podrás extraer incluso de las peores situaciones.
Finalmente, la madurez emocional es atractiva en el sentido más literal del mundo. Cuando puedes identificar, analizar, procesar y gestionar bien tus sentimientos, el mundo se da cuenta. Las oportunidades, responsabilidades y relaciones comienzan a gravitar hacia usted porque la gente sabe que puede manejarlas.
Tuve suerte. Viví una infancia protegida y completa. Pocas personas entienden eso. Pero tampoco dejé de trabajar en mí mismo. En los diez años que siguieron a ese recuerdo, mantuve…