Desenamorarse no es algo en lo que normalmente pensamos.
Las citas se tratan de perseguir el amor y encontrar «al indicado». Soñamos con encontrar ese amor transformador que desafíe toda lógica.
Pero ¿qué pasa cuando empiezas a cuestionar ese amor? ¿Qué pasa si los sentimientos comienzan a marchitarse? ¿Qué pasa si tal vez no sean “el indicado”?
Para mí, cuando me desenamoré, no fue un declive gradual en el tiempo. Fue un choque y una quemadura inmediata.
Recuerdo el día que sucedió.
Me desperté y me senté en mi cama, con la espalda muy recta. Me di cuenta de lo horrible que me caía sobre los hombros como un pañuelo de bloques de hormigón. Recorrió mi cuerpo como un rayo y me ancló a la fría y dura verdad que se hundía en la boca de mi estómago.
Fue porque ya no estaba enamorada de mi novio y todavía estábamos juntos.
Una vez que me di cuenta de que mis sentimientos se habían evaporado, terminé la relación. Pero me tomé mi tiempo para pensarlo y asegurarme de que estaba terminando la relación por una buena razón y que mis sentimientos realmente habían desaparecido.
Aquí hay una lista de verificación de las cosas en las que pensé (en el caso de esta relación y algunas otras anteriores) para determinar si me estaba desenamorando.
La “fase de luna de miel” es esa etapa inicial de una relación donde todo es brillante, nuevo y emocionante.
Es cuando es más probable que veas la relación a través de lentes color de rosa y te dejes engañar haciéndote creer que estás enamorado o que la relación es más de lo que es. Esta fase puede ser más corta o más larga, dependiendo de las personas.
Hace unos meses estaba en una relación amorosa. Fue uno de los períodos más felices de mi vida, pero sólo duró un breve y brillante momento. La fase de luna de miel duró un par de meses y, cuando terminó, me derrumbé con fuerza. Miré a mi alrededor, a mi relación y a la persona con la que estaba, y me sorprendí. Quería huir porque me di cuenta de que en realidad no amaba a ese hombre.