Lo que realmente significa elegir amar a alguien

En Al final de la noche, me acuesto exhausto. Lo he planeado con anticipación y la merienda que el hijo de mi novio llevará a la escuela mañana ya está empacada. La cena de mañana por la noche ya está hecha. Los platos están limpios y el fregadero ha sido limpiado. Se han hecho los deberes, se ha preparado la ropa y todos (incluido el perro) han sido acostados en sus respectivas camas.

Mi corazón está lleno y cansado. Cansado de anteponer las necesidades de los demás a las mías. Cansada de amar, cansada de dar, cansada de marcar cada elemento en la lista de tareas pendientes de los demás antes que la mía.

Mi novio se mueve en la almohada a mi lado, acercándome para que pueda descansar mi cabeza en su pecho. Él también ha estado ocupado. Limpió la cocina, trapeó el piso, ayudó a su hijo con sus tareas y los organizó a ambos para mañana. La diferencia, sin embargo, es que para él se trata de obligaciones. Para mí, estas son opciones. Las decisiones que tomé cuando dije «sí» por primera vez a amarlo, cuando me lancé por primera vez, cuando me di cuenta por primera vez de que quería esto y cualquier locura que traerían nuestras nuevas vidas juntos.

El amor, en mi opinión, es una infinidad de opciones.

Primero, todo empieza por caer. Y aunque esto suele ser una decisión inconsciente, basada en una mezcla de emoción y corazón, todavía tomas la decisión consciente de avanzar hacia la relación en lugar de correr. Lo que sucede después es una serie de elecciones. Eliges seguir avanzando por el camino que has puesto, sin importar los bloqueos, los semáforos y los desvíos que se te presenten. Eliges seguir amando a esa persona, incluso cuando ambos se quedan cortos. Y eliges quedarte y luchar por lo que tienes porque vale la pena perseguirlo, sin importar lo complicado que pueda ser.

El problema de la sociedad actual es que hemos glorificado el amor como algo «perfecto», como esta «respuesta» a lo que hemos estado buscando. Vemos nuestras relaciones como soluciones (soluciones a nuestro vacío, a nuestra falta de propósito, a nuestro dolor) y debido a esto, cuando las cosas van a la deriva o se desmoronan, nos volvemos inquietos e insatisfechos.

Pero el amor nunca estuvo destinado a ser una respuesta. El amor está destinado a contribuir a nuestras vidas, a hacernos crecer y enseñarnos, no a arreglarnos ni a completarnos.