Por los hermanos del alma

Los hermanos del alma saben que a veces necesitamos espacio, a veces necesitamos un abrazo y, a veces, es una combinación de ambos.

Foto de Annie Spratt en Unsplash

Por los amigos que conocen nuestras almas.

Las hermanas del alma, los hermanos del alma, los hermanos del alma que entienden nuestros corazones y nuestras cabezas de una manera que nadie más puede hacerlo.

Cuando los encontramos, es como si todo nuestro ser dijera: «Oh, ahí estás»: no podemos entender cómo hemos vivido tanto tiempo sin ellos y no podemos recordar la vida antes de ellos.

Son nuestras llamas gemelas y, gracias a esa llama, podemos vernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea con mayor claridad.

Los hermanos del alma saben qué preguntarnos y cuándo hacerlo; sus preguntas nunca parecen entrometidas, sino más bien un cuidado y una preocupación genuinos.

Los hermanos del alma saben que a veces necesitamos espacio, a veces necesitamos un abrazo y, a veces, es una combinación de ambos.

Los hermanos del alma son las personas que se presentan a recogernos en los aeropuertos; ellos son los que vienen cuando tenemos un mal día, nos traen café y nos envían mensajes de texto con cosas que nos harán reír solo porque saben que nos alegrarán el día.

En tiempos de dolor, los hermanos del alma están ahí.

Aparecen, sin que se les solicite y sin que se les solicite.

No necesitamos expresar que nos vendría bien su apoyo a nuestro lado, ellos ya lo saben.

Ya están ahí.

Por los amigos que conocen nuestras almas.

Son ellos los que terminan nuestras frases. Que escuchan nuestras risas y ríen junto a nosotros. Ellos también lloran junto a nosotros.

Los hermanos del alma celebran nuestros éxitos sin una pizca de envidia o celos: son nuestros campeones, nuestros animadores, nuestra gente. Nuestro éxito es su éxito. Nuestra alegría es su alegría. Y cuando fallamos, como todos inevitablemente lo haremos en algún momento, los hermanos del alma están ahí para instarnos a mantenernos firmes.

También nos extienden una mano para ayudarnos a encontrar el equilibrio.

Brindemos por los hermanos del alma, los que miran dentro de nuestros corazones y ven todo lo que es dorado, los que no rehuyen cuando ven nuestras partes desordenadas también.

Gracias a ti, este mundo parece mucho menos aterrador.

Gracias a ti, sabemos en el fondo que nunca estamos realmente solos.