Por qué la confiabilidad es el boleto dorado para lograr excelentes relaciones

Sí, en las citas, pero en el resto de tu vida también.

Foto de Dmitry Demidko en Unsplash

Allí estaba yo, vestida con un vestido de terciopelo azul y tacones rojos, sentada en la barra con una copa de Pinot.

Suena como una cita, ¿verdad? No lo fue. Bueno, no fue eso tipo de cita. Era una cita con una novia y yo estaba esperando a mi amiga. Hace una semana, habíamos hecho planes para disfrutar de una elegante cena de disfraces. Y aquí estaba yo, justo a tiempo. Pero claramente Em estaba llegando tarde. Miré mi teléfono. Muy tarde. 33 minutos, para ser precisos.

Tomé otro sorbo de vino.

El teléfono sonó. Em. Yo recogi.

«¡Audrey, acabo de recordar!» ¿Acabas de recordarlo? Habíamos charlado ayer.

«Estoy en The Grille, Em, ¿dónde estás?»

“¡De camino a la playa! ¡No lo lograré!

Caída del estómago. Decepción. Molestia. Enojo. Una tras otra, las emociones pasaron por mi cerebro.

«Lo siento», dijo.

Pero ella no se arrepintió realmente. Y debería haberlo sabido mejor. Esta no era la primera vez que Em me dejaba plantado, alteraba planes o hacía lo que quería hacer en lugar de lo que habíamos discutido.

Em tenía la costumbre de ser poco fiable. Y, como no me había tomado en serio su falta de fiabilidad, aquí estaba yo, vestida y sola, bebiendo mi copa de Pinot.

La confiabilidad es un derecho básico en una relación.

Una persona confiable es consistente. Una persona confiable hace lo que dice que hará. Aparecen cuando y donde lo planeaste. Se puede contar con ellos. Se puede confiar en una persona confiable.

Una persona poco confiable es inconsistente. No aparecen, o no aparecen cuando quieren. Es posible que decidan mantener sus planes con usted o deshacerse de usted. La razón no importa. Pero sí lo hace su falta de fiabilidad.

La falta de fiabilidad es inaceptable. Si no puedes confiar en que tu persona aparecerá, si no puedes contar con que cumplirá su palabra, si no puedes saber que estará ahí para ti, ¿qué te queda? Palabras vacías. Promesas rotas. Y una falta fundamental de confianza.