Una mejor elección, no amarga.
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El costo del amor puede parecer demasiado alto. Si bien a menudo contiene componentes de química, romance, atracción, afecto, lujuria, afecto, alegría y pertenencia, también puede traer consigo miedo, inseguridad, angustia e incluso pérdida. Cuando hemos visto el amor llegar a nuestras vidas y luego dejarnos sin aliento por el dolor, puede ser difícil lanzarnos de nuevo a esa experiencia.
Indique el cinismo. Cuando las relaciones terminan, renunciar a todas las relaciones futuras parece una buena manera de proteger nuestros corazones de más moretones. Si bien no creo que renunciar permanentemente a las relaciones sea saludable, sí creo que puede ser un paso transformador en nuestro viaje de curación.
Hubo un momento en mi vida en el que las citas perdieron su brillo. No disfrutaba conocer gente nueva y las interminables charlas triviales en línea me parecían desgarradoras y agotadoras. Mi ansiedad aumentó y mi placer en el proceso disminuyó notablemente. Simplemente ya no era divertido.
Me decidí por una moratoria de citas autoimpuesta. Eliminé todas las aplicaciones de citas y perfiles en línea. Ni siquiera estaba mirando. Sólo necesitaba un descanso.
Mirando hacia atrás, esta es una de las decisiones más poderosas que he tomado. Esa ruptura me dio tiempo para sanar. Me dio la oportunidad de explorar quién soy fuera de las relaciones. Incluso me dio tiempo para considerar lo que realmente quiero en una pareja. Había pasado gran parte de mi vida considerando las formas en que podía agregar valor a la vida de otra persona que realmente no había considerado completamente cómo quería una pareja para agregar a la mía.
Pasé este descanso centrado en mí y en mis hijos. Me volví más saludable. Empecé a correr maratones. Llevé a mis hijos a excursiones de un día, vacaciones y aventuras. Me sumergí en temas que me interesaban y dedicaba mi tiempo a hacer lo que me gustaba cuando quería. Fue un descanso reparador que me devolvió a mí mismo.
Siento que ha llegado el momento de renunciar a las relaciones. Aclarar nuestras mentes, determinar nuestras prioridades y establecer algunas metas personales que no tengan nada que ver con el amor, el sexo o el romance. Para volver a nosotros mismos. Para sanarnos de las cosas que nos hicieron retroceder en primer lugar.