El enfoque azteca de la educación
¡Educar a un joven era literalmente ‘dar sabiduría a su rostro’!
En la primera parte de nuestra serie educativa, La sabiduría de los padres aztecas, hemos visto cómo las madres y los padres hacen todo lo posible por criar a sus hijos con cuidado. Cuidando sus horóscopos, limpiándolos en rituales especiales, dándoles preciosos consejos y enseñándoles a realizar los quehaceres y tareas del hogar, los padres de los jóvenes aztecas prepararon a sus hijos para enfrentar el mundo y sus desafíos. ¡Pero el trabajo no terminó ahí! A continuación, se ofrecía a los niños la educación estatal obligatoria, donde aprendían la filosofía social y moral que formaba la base de la cultura azteca. Este artículo nos cuenta lo que se sabe de la educación estatal azteca mientras exploramos a qué podrían aspirar sus jóvenes en la vida… parte 2 de 2 (Escrito por Julia Flood/Mexicolore)
Foto 1: Un padre azteca lleva a su hijo… detalle de un mural de Fanny Rabel, Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México (Click en la imagen para ampliar)
Los aztecas creían que los padres eran la raíz y el origen de los hombres.
Según los manuscritos antiguos, un buen padre puede hacer lo siguiente… ‘Él nos cría, nos instruye, nos reprende, tiene previsión, tiene buen corazón, protege, es compasivo, se preocupa, educa… a ellos [children] un gran espejo, un espejo perforado por ambos lados: es una gran antorcha que no humea… para que lleguen a conocerse, a hacerse dueños de sí mismos’ (Códice Matritense, VI, Parte 11, fol. 199) .
Foto 2: … a la escuela; detalle de un mural de Fanny Rabel, Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México (Click en la imagen para ampliar)
Entregando las riendas!
Según manuscritos mexicanos del siglo XVI, los aztecas creían que la guía de los padres fortalecía los rostros (ixtli) y los corazones (yollotli) de sus hijos, haciéndoles conocer el orden social y el código de ética de su nación. En cierto momento de su juventud, los niños fueron enviados a las escuelas donde fueron puestos al cuidado de hombres sabios (tlamatinime) y guerreros, que “buscaron por la educación dotar al rostro de sabiduría y al corazón de fortaleza” (León Portilla, p145).
Foto 3: Códice Mendoza fol. 61f: detalle de un padre que lleva a sus hijos a la escuela – observe los 15 puntos turquesa a continuación que indican la edad de los niños… (Haga clic en la imagen para ampliar)
Los libros antiguos de los aztecas no parecen concordar cuando los niños iban a la escuela; algunos dicen que lo hicieron tan pronto como pudieron caminar. ¡Otros afirman que entraron a los quince años! En esta imagen del Códice Mendoza (foto 3), un padre entrega a su hijo a los hombres responsables del resto de su educación. Son representantes de diferentes escuelas: la Calmecac (arriba a la derecha), una escuela del templo a la que asistían jóvenes nobles, y la Telpochcalli (abajo a la derecha) que estaba dedicada a la mayoría de los plebeyos. El hombre sentado afuera del Calmecac es un sacerdote, y al lado del Telpochcalli debajo hay un guerrero. Ambos están sentados en esteras (petlatl), que es un símbolo de su autoridad.
Foto 4: Un ‘guardián de los dioses’, director de una escuela de Calmécac, se dirige a los estudiantes, Códice Florentino Libro 2 (Haga clic en la imagen para ampliar)
¿Qué enseñaban las escuelas?
Calmecacs y Telpochcaltin fueron responsables de facilitar la interacción de los jóvenes con los aspectos legales, militares y religiosos de la vida azteca. Calmecacs también brindó a sus alumnos la oportunidad de aprender materias intelectuales como arte, astronomía, astrología, genealogía e historia.
Sin embargo, lo más importante era una tarea que los padres y las escuelas compartían por igual: la enseñanza de la fuerza y el autocontrol, los aspectos fundamentales que sustentan el carácter de una persona. ¡Educar el carácter de una persona joven era de suma importancia!
Foto 5: ¡Dos sacerdotes castigan a un alumno perezoso! Códice Mendoza, fol. 62r (detalle) (Click en la imagen para ampliar)
¿Sabías? Para ser educado, se necesita un tlamatini
En la escuela, los alumnos aprendieron de los sabios llamados tlamatinime. Se les ha descrito como filósofos aunque su nombre significa literalmente ‘aquellos que saben algo’. Los tlamatinime enseñaban principalmente en Calmecacs y tenían diferentes habilidades que podían transmitir a sus alumnos.
Se les encomendó ‘criarlos’ ayudándolos a desarrollar coraje, autoconciencia y moderación a través de tareas como el ayuno y la realización de rituales religiosos. Además, se les encomendó fomentar la ‘sabiduría’ en los jóvenes, capacitándolos intelectualmente y ayudándolos a comprender el valor de la moral y la humildad por encima y más allá de las comodidades materiales.
Hay dos palabras para ‘educación’ en náhuatl:
tlacahuapahualiztli – El acto de fortalecer o educar a los hombres
neixtlamachiliztli – El Acto de Dar Sabiduría al Rostro
Foto 6: Quetzalcóatl, patrón del Calmecac, realiza un ritual de autosacrificio, Códice Florentino (Click en la imagen para ampliar)
Vivir en la Casa de las Lágrimas, el Calmecac
El templo religioso – escuela de los nobles, o pipiltín, a menudo se piensa como un lugar reservado exclusivamente para la clase alta. Sin embargo, cualquier padre podría enviar a su hijo a esta casa. ¡Solo tenía que hacerlo dedicándolo a Quetzalcóatl!
La deidad azteca, Quetzalcóatl (foto 6) era el patrón de las bellas artes, la escritura y la astrología. Los calmécacs fueron construidos en su honor y como parte de su legado como sabio y sacerdote tolteca, Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl. Ni que decir tiene que esta era la escuela donde se aprendía a ser sacerdote e intelectual.
Foto 7: Estudiantes del Calmecac realizando tareas diarias. Códice Mendoza, fol.62r (detalle) (Click en la imagen para ampliar)
Principalmente reservado para los niños de la élite (pipiltín) (foto 7), hay evidencia de que los plebeyos (macehuatlín) y los hijos de los comerciantes (pochtecasuna clase intermedia entre pipiltín y macehualtin) también asistió. Algunos eruditos llegan a decir que mientras las diferentes clases sociales tendían a educar a sus hijos por separado, cualquier niño que se le ofreciera a Quetzalcóatl se uniría al Calmecac. Esta imagen de una página del Códice Mendoza muestra a jóvenes del Calmecac realizando labores para sustentar su templo: barrer (actividad sagrada), además de acarrear follaje, espigas de maguey y enseres para hacer cercas. Se pintan la cara y el cuerpo de negro en compromiso con su formación Calmecac.
Foto 8: De sus muchos años en el camino, los aztecas recordaron las penurias del hambre y la escasez. Códice Telleriano-Remensis, fol. 26r (Click en la imagen para ampliar)
Educación y austeridad
¿Quién dijo que la vida era fácil? ¡En el Calmecac, los jóvenes aztecas sabían que la fuerza y el autocontrol solo se podían aprender a través de algunas dificultades! Cuando fueron a la escuela, ya habían pasado hambre porque sus padres les racionaban estrictamente la comida. En la escuela, este tipo de austeridad continuó y los niños aprendieron a disciplinarse despertándose por la noche para realizar rituales religiosos de autosacrificio, donde se perforaban con maguey (cactus) picos. Ser capaz de controlar las propias acciones era un rasgo muy preciado. Después de todo, los aztecas habían tenido que lidiar con años de hambre y dificultades como nómadas antes de establecerse en la ciudad de Tenochtitlan. Solo sus descendientes más duros y disciplinados podrían haber sobrevivido a una experiencia tan agotadora (foto 8). Mostrar moderación era la oportunidad que tenía un azteca de aprender y honrar las acciones de sus antepasados.
Foto 9: Reyes Magos Aztecas, Códice Florentino Libro 10 (Click en la imagen para ampliar)
Aprendiendo el lenguaje señorial: las actividades intelectuales del Calmecac
En el Calmecac, los aztecas fueron instruidos en el arte del lenguaje. Llamó tecpillatlatolli, o Lordly Language, esto habría sido como nuestro equivalente del inglés de la reina. Los dignatarios y los señores usarían esta forma ‘alta’ de náhuatl para dirigirse al público o realizar ceremonias religiosas. Igualmente importantes fueron los cantos sagrados (teocuicame) y Discurso de flores y canciones (en xóchitl en cuicatl), afines a la poesía, pues eran formas de narrar la historia y los mitos que quedaban registrados en libros especiales y memorizados por los sabios (tlamatinime).
Foto 10: Jóvenes de Calmecac aprenden rituales religiosos (izquierda), música sacra (centro), astrología y astronomía (derecha). Códice Mendoza, fol. 63r (detalle) (Click en la imagen para ampliar)
El conocimiento religioso también estaba escrito en libros, y los jóvenes tenían que dominar la astronomía de los calendarios lunar y solar, así como el significado astrológico que los acompaña. Por ejemplo, esta imagen del Códice Mendoza (foto 10) está dedicada a algunas de las tareas que enseñaban los sumos sacerdotes a los jóvenes del Calmecac. El tercer sacerdote (en el extremo derecho) está estudiando el cielo nocturno. La glosa que lo acompaña dice “Principal sacerdote que está mirando las estrellas en el cielo nocturno para determinar el tiempo de los servicios y deberes”. (Berdan y Anawalt, 1992, Vol II, p.177). En el extremo izquierdo de la imagen se puede ver un joven sacerdote en formación.
Foto 11: ‘La Pintora’, Codex Telleriano-Remensis, fol. 30r (detalle) (Click en la imagen para ampliar)
Las imágenes 11 y 12 muestran otra actividad intelectual: la escritura. La historia, la religión, la mitología, las canciones y la poesía se registraron en libros. Escribir o pintar libros se consideraba un gran privilegio que solo podía ser disfrutado por personas altamente educadas. La imagen de la izquierda es de una escribana (tlacuilo). El brillo junto a ella dice la pintorao, ‘el pintor’.
Foto 12: Un maestro ‘tlacuilo’ pinta mientras un estudiante más joven observa. Códice Mendoza fol. 70r (detalle) (Click en la imagen para ampliar)
Toda esta educación puede parecer demasiado trabajo duro, pero recordemos por un momento por qué se enseñó. Anteriormente vimos cómo un padre debe colocar un espejo frente a su hijo para que él o ella pueda mirarse en él y conocerse a sí mismo. En el Calmecac se impartían exigentes lecciones con el mismo fin: ‘…hacer sabio el semblante de los demás’. En otras palabras, el tlamatinime ayudó a sus alumnos a conocerse a sí mismos, a desarrollar ‘sabiduría’. La educación era ‘el acto de dar sabiduría al rostro’ (neixtlamachiliztli).
Foto 13: Quetzalcóatl fue un sacerdote sabio. Aquí se baña en un ritual religioso no muy diferente al que realizan los muchachos del Calmecac. Códice Florentino Libro VI (Click en la imagen para ampliar)
La sabiduría lo vence todo
La sabiduría era la meta más alta y elevada de tlacahuapahualiztli y neixtlamachiliztli (‘El arte de criar o fortalecer a los hombres’, y ‘El acto de dar sabiduría al rostro’), y es visto por los eruditos como un ideal humanista de los aztecas, o en otras palabras, una creencia en el hombre y la mujer. capacidad de alcanzar la dignidad y la realización a través de sus propios actos.
Según la filosofía azteca, esto solo podía lograrse a través de la pureza de corazón. Un ejemplo del respeto de los aztecas por la sabiduría se puede encontrar en el papel de sus dos sumos sacerdotes. Nombrados en honor al dios sabio Quetzalcóatl, estos religiosos de alto rango podían ser del entorno más pobre siempre que mostraran una gran pureza de corazón (León Portilla, p145).
Aquí hay algunas frases en náhuatl que describen a los sacerdotes de Quetzalcóatl:
en qualli yiollo, en tlacapaihiouani, en iollótetl Su buen corazón, humano y valiente.
teotl yiollo tiene a dios en su corazon.
Foto 14: Los niños son presentados por su padre al Telpochcalli. Códice Florentino, apéndice del libro III (Click en la imagen para ampliar)
La Casa de la Juventud: el Telpochcalli
Los hijos de los plebeyos (macehualtin) tendían a ser educados en telpochcalitinaescuelas que eran más numerosas que Calmecacs y estaban presentes en todos los barrios (calpulli). Un poco más relajados en su estilo educativo, telpochcalitina Todavía servía para infundir sabiduría y fuerza en sus alumnos. Al completar las actividades agrícolas y de construcción para la comunidad, a los jóvenes se les enseñaba a respetar la autoridad de las instituciones militares, legales y religiosas. También mantuvieron encendidos los fuegos sagrados de los templos dándoles leña, canciones memorizadas (cuicame) en casas especiales dedicadas a esto (