¡Ouch eso duele!
No nos lo pensaríamos dos veces antes de vendar nuestro dedo quemado o enyesar el brazo de nuestro adolescente debido a su épico percance con la patineta. Entonces, ¿por qué no usamos los primeros auxilios para nuestra salud mental?
Cualquiera que haya luchado con una angustia dolorosa o la muerte de un ser querido sabe que las lesiones emocionales pueden ser tan paralizantes como las físicas.
El psicólogo Guy Winch, autor de Primeros auxilios emocionalesrecomienda algunas formas de practicar este tipo especial de primeros auxilios:
- Reconoce cuando estás en dolor emocional. El dolor físico es la manera que tiene el cuerpo de decirnos que algo anda mal. Esto también se aplica al dolor emocional. Si experimentaste un rechazo, un fracaso o alguna otra tribulación de la vida que simplemente no puedes superar, entonces debes prestar atención a esa herida emocional. Lo creas o no, no desaparecerá si simplemente lo ignoras. Las heridas psicológicas a menudo se manifiestan como síntomas físicos como dolores de cabeza y enfermedades. Comuníquese con otras personas para obtener apoyo y encuentre formas adicionales de aliviar este dolor. Trate de escribir un diario para ayudar a sacar todos esos sentimientos desagradables.
- Sé amable y compasivo contigo mismo. Pensamientos como “Soy tan estúpido” o “Simplemente no puedo hacer nada bien” reducen su autoestima y hacen que sea más difícil ser emocionalmente resistente. Muéstrate un poco de compasión. No dejarías que tus seres queridos o amigos se golpearan mientras estaban deprimidos, así que no te lo hagas a ti mismo. Cambia lo que te dices a ti mismo sustituyendo un comentario negativo por uno positivo. Intenta escribirte o enviarte mensajes de texto que te ayuden a desarrollar tu autocompasión.
- Distráete de la rumiación. Reproducir repetidamente eventos angustiosos en tu mente no es una forma útil de sanar las heridas emocionales. La mejor manera de interrumpir la rumiación poco saludable es distraerse haciendo algo positivo. Una cosa que puede hacer es participar en algo que requiera concentración, como completar un crucigrama o jugar un juego en un dispositivo electrónico. El ejercicio físico es otra forma de distraerse de la rumiación. Sal a caminar o a correr para ayudar a despejar esa mente abarrotada. Incluso unos pocos minutos de distracción reducirán su enfoque negativo.
- Redefine tu visión del fracaso. El no poder alcanzar una meta deseada (o cualquier otra cosa que consideres un fracaso) te obliga a concentrarte en lo que no puedes hacer en lugar de lo que puedes hacer. No te detengas en tus defectos; sólo perpetúa tu autocrítica. Aprende a ignorar esa voz negativa de impotencia. Haz una lista de lo que podrías controlar y cambiar si volvieras a intentarlo. Esto reducirá sus sentimientos de impotencia y mejorará sus posibilidades de éxito en el futuro. La persistencia es la clave para superar el fracaso. Henry Ford lo dijo mejor: “Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, tienes razón”.
- Encuentra significado en la pérdida. La pérdida a menudo se considera como la muerte de un ser querido, pero también puede ser la pérdida de algo más importante para nosotros (como un trabajo o una relación). La pérdida puede dejar cicatrices profundas y evitar que avancemos en nuestras vidas. Una de las cosas más importantes que puede hacer para aliviar este dolor es encontrar un significado en la pérdida y replantear su forma de pensar al respecto. Piense en lo que ha ganado con la experiencia y lo que podría cambiar para agregar más propósito y significado a su vida. Apoyar y ayudar a otras personas que pueden haber experimentado una pérdida similar también puede aliviar este dolor.
Preste atención a su salud psicológica con regularidad, especialmente después de una situación difícil, estresante o emocionalmente dolorosa. Acostúmbrate a usar las herramientas curativas de Primeros auxilios emocionales y le ayudará a obtener una perspectiva más saludable y positiva de su vida.
Referencia
Cabrestante, G. (2014). Primeros auxilios emocionales: sanar el rechazo, la culpa, el fracaso y otras heridas cotidianas. Nueva York: Plume – Penguin Group.