En la década de 1970, en el apogeo del movimiento del potencial humano, los grupos de encuentro y la psicología de la tercera ola, no podía asistir a una clase o taller sin que entraran en juego los boffers (murciélagos acolchados). Nos peleamos con las almohadas, golpeamos las bolsas de peso suspendidas, hicimos que los cojines del sofá pidieran clemencia. Estábamos “dejando salir nuestra ira”, expresando nuestra rabia, liberando el vapor de las emociones reprimidas. ¡Sí! ¡Fue emocionante! ¡Fue energizante! ¡Fue divertido!
Resulta que también era estúpido.
A pesar de la noción popular de que es bueno dejarlo salir para que no se acumule, avivar la energía de la ira no lo neutraliza: empeora las cosas.
La teoría de la ira de la máquina de vapor se basa en la psicología freudiana. Freud, que alcanzó la mayoría de edad durante la Revolución Industrial, estaba fascinado por la máquina. Vio en la máquina de vapor una metáfora de la emoción humana. Si se acumula vapor en un motor y nunca se descarga, ¡boom! Desastre. Promovió la catarsis como una receta para la curación emocional. Expresar ira. No lo reprimas. Si no lo haces, ¡boom! Desastre psicológico. La neurosis sale en su lugar.
Avance rápido casi cien años. Brad Bushman y su equipo en Iowa State encontraron que no hay evidencia que respalde la idea de que la catarsis ayuda a aliviar o resolver la ira. De hecho, descubrieron que si bien las personas pueden disfrutar golpeando una almohada, cuanto más les gusta, más agresivos se vuelven. Un pensamiento es que el estímulo de los profesionales para actuar físicamente con rabia lo legitima. Otra idea es que la catarsis como camino hacia la curación está tan culturalmente aceptada que la gente la repite una y otra vez en busca de un alivio que nunca llega.
Nuestra insistencia cultural en el valor de expresar la ira con violencia, ya sea verbal o físicamente, es un gran error. La ira es, después de todo, sólo un sentimiento. Es una señal interna que nos dice que estamos bloqueados, amenazados, avergonzados o malinterpretados. Nunca se ha apagado un incendio silenciando un detector de humo. El problema no desaparece si avivamos las llamas.
Cuando respondemos bien a la señal, aumentamos nuestra eficacia en el mundo. Cuando desechamos el autocontrol y nos volvemos agresivos, ganamos la reputación de ser hostiles e irrazonables, no una persona útil para mantener relaciones o una estrategia exitosa para resolver problemas.
Deseche esos boffers y use un poco de sentido común en su lugar:
- Usa tu ira como información. El sentimiento es real. Algo anda mal. Realice una evaluación cuidadosa de usted mismo, de las otras personas en la situación y de la situación misma. Averigua lo que tus sentimientos están tratando de decirte. El problema rara vez es la otra persona o personal. A menudo se trata de una falta de comunicación, una diferencia de valores, una frustración o sentirse incomprendido. Ninguno de esos problemas desaparece desahogándose sobre ellos. Requieren bajar las defensas y hablarlo.
- Da un paso atrás y relájate. Aprende a dar un paso atrás, contar hasta 10, respirar, rezar o llevarte a tu lugar feliz. Haz lo que tengas que hacer para seguir siendo tu mejor yo. Te gustarás más a ti mismo y obtendrás más respeto de los demás.
- Controla tu temperamento. La gente no pierde los estribos. Lo tiran. Desahogarse, despotricar, maldecir, insultar a los demás y, en general, hincharse uno mismo es autoindulgente y tonto. Puede aumentar el miedo de la gente hacia ti, pero no aumentará su respeto. Hay muy poco que valga la pena en las relaciones que siguen a los estallidos de ira.
- Caminar en los zapatos de la otra persona. Las situaciones rara vez son tan blancas y negras como nos gustaría creer. Si alguien te ha hecho enojar, trata de entender su perspectiva. El ejercicio le dará el momento que necesita para superar su propia respuesta emocional. Desea que el enfoque esté en resolver el problema, no en acusar y defender.
- Desarrolla tu sentido del humor. Las personas enojadas tienden a tomarse las cosas, todas las cosas, demasiado en serio. Que los granos de arena sean granos de arena. Encuentra el humor en la situación y aprende a reírte de ti mismo por querer ponerte tu traje de gorila en lugar de trabajar en el problema.
- Aumenta tus habilidades para resolver problemas. Las personas tienden a envanecerse cuando no encuentran otra forma de resolver el problema. Cuantas más habilidades tenga para negociar, menos probable será que sienta que tiene que recurrir a un arrebato para expresar su punto.
- Reduce el estrés general de tu vida.. ¿Cansado? ¿Exceso de trabajo? ¿Sin tiempo libre durante meses? Es una trampa para perderlo. Las personas que están desgastadas o desgastadas se frustran y molestan más fácilmente por las cosas pequeñas de la vida.