Una queja común contra la religión es que induce a la culpa. A veces las quejas son irónicas, como cuando las comedias y comediantes hacen bromas sobre la culpa católica, la culpa judía, la culpa bautista, etc. Otras veces, las quejas son más serias; por ejemplo, cuando un cliente en terapia sufre de un profundo sentimiento de inferioridad o desesperanza provocado por una educación religiosa demasiado estricta.
Entonces, ¿cuál es la verdadera relación entre la religión y la culpa?
Podría ser útil comenzar analizando la culpa en general. ¿La culpa alguna vez es útil? Y si es así, ¿qué separa la culpa sana de la culpa malsana?
La verdad es que existe la culpa saludable, y la culpa saludable puede desempeñar un papel positivo para llevar una vida saludable. La culpa pertenece a la familia de reacciones (como el dolor, el miedo y la ira) que podríamos llamar emociones de advertencia. Es decir, estos sentimientos nos dicen que algo anda mal y que es posible que se deban tomar medidas correctivas si queremos estar sanos y felices.
Así como el dolor saludable nos permite atender una lesión física, y el miedo saludable nos alerta sobre una amenaza potencial a nuestra seguridad, y la ira saludable nos alerta sobre una posible injusticia, la culpa saludable nos informa sobre las amenazas a nuestra integridad.
La investigación muestra consistentemente que la autoestima y un sentido positivo de autoestima dependen de ser fieles a nosotros mismos. En otras palabras, solo podemos sentirnos realmente bien con nosotros mismos si percibimos que estamos a la altura de los valores que afirmamos tener. Es decir, si mantenemos nuestra integridad. La culpa sana protege nuestra integridad y, por extensión, nuestra fortaleza de identidad y autoestima.
La culpa puede considerarse saludable si hace tres cosas.
~Primero, si te alerta sobre posibles amenazas a tu integridad (y, por extensión, a tu autoestima).
~En segundo lugar, y aún más importante, la culpa es saludable si te motiva a tomar algunas acciones concretas para abordar la ofensa a tu integridad (y, por extensión, a tu autoestima). La función de la culpa no es realmente hacerte sentir mal. Su función es ayudarlo a hacer algo para solucionar un problema que representa una amenaza para su funcionamiento saludable.
~Tercero, para estar saludable, la culpa debe disminuir a medida que trabaja para resolver la amenaza a su integridad.
Por el contrario, la culpa se vuelve malsana si
~ es flotante y no está vinculado a ofensas específicas a su integridad.
~no te motiva a tomar ninguna acción. La culpa malsana está feliz de hacerte sentir mal contigo mismo sin darte nada que hacer al respecto.
~ no disminuye una vez que ha abordado la ofensa percibida.
Una mejor etiqueta para la culpa malsana es la escrupulosidad. Curiosamente, tanto la psicología como la religión consideran que la escrupulosidad es problemática. Para el psicólogo, la escrupulosidad puede representar un tipo de trastorno obsesivo-compulsivo en el que la contaminación moral reemplaza a la germofobia más común asociada con el TOC. Asimismo, para la persona religiosa, la escrupulosidad es en realidad (y, quizás, irónicamente) un pecado, en cuanto que nos aparta de una experiencia del amor y la misericordia de Dios. (NOTA que, dicho sea de paso, es la definición de sen. es decir, una privación del bien o, dicho de otro modo, el pecado es conformarse con menos de lo que Dios quiere darte).
Así que ahora volvemos a la relación entre religión y culpa. Idealmente, la religión, con sus ideales, valores y creencias, ayuda a los creyentes a aclarar lo que significa vivir con integridad. Donde los no creyentes pueden convencerse más fácilmente de que todo lo que están haciendo es excelente, ya sea que realmente lo sea o no, las personas religiosas tienen una comunidad de personas con ideas afines que los desafían a pensar más profundamente sobre si realmente están viviendo de acuerdo con los principios que dicen. definir su sentido de integridad personal.
Cuando este sistema funciona bien, tiene una comunidad de apoyo que lo ayuda a identificar las amenazas a la integridad y la autoestima y a desarrollar un plan para superar esas amenazas de manera eficiente.
Por supuesto, las personas están rotas, y algunas están más rotas que otras. Cuando una persona se cría en una familia de personas gravemente quebrantadas, o en una comunidad que celebra el quebrantamiento como una virtud, la religión, como muchas otras cosas, puede convertirse en una herramienta de manipulación y coerción. En estos ambientes, la sana culpa es reemplazada por la escrupulosidad que, como mencioné anteriormente, es en realidad condenada tanto por la psicología como por las personas e instituciones más auténticamente religiosas.
Entonces, en conclusión:
~La culpa sana es buena porque facilita la integridad, que es un componente esencial de la autoestima.
~La culpa malsana es en realidad escrupulosidad, que es vista como un desorden tanto por los clínicos como por las personas auténticamente religiosas.
~Y finalmente, la religión es una herramienta, como muchas otras cosas, que puede ser esgrimida por personas psicológicamente sanas para facilitar la realización y realización de una manera extraordinariamente eficiente y poderosa, o por personas enfermizas para facilitar la opresión, la coerción y la destrucción de la persona.
Al igual que los martillos se pueden usar para construir casas o golpear a las personas, no tiene mucho sentido culpar a la herramienta por cómo se maneja. La culpa religiosa puede ser buena o mala dependiendo de lo que hagas de ella.