Un matrimonio saludable es aquel en el que ambos miembros de la pareja se sienten seguros. Sólo cuando hay una base de seguridad, tanto los individuos como la pareja pueden crecer y madurar. Con él viene la intimidad que solo es posible cuando las personas se sienten lo suficientemente seguras como para ser vulnerables. Sin ella, cualquier conflicto amenaza toda la relación.
Es cierto que los matrimonios de algunas de las parejas que veo en terapia deberían terminar. Algunos probablemente nunca deberían haber tenido lugar. Estas son las parejas que no han podido establecer y mantener la seguridad en su relación. Algunos se casaron por todas las razones equivocadas: para salir de la casa de sus padres, por ganancias financieras o simplemente porque todos los demás esperaban que lo hicieran. Algunos luchan contra el abuso verbal, físico o emocional. En tales casos, es importante garantizar primero la seguridad individual. Solo cuando eso se establezca, la pareja debería pensar en volver a intentarlo.
Pero la mayoría de las parejas que he visto en la práctica no están luchando con las consecuencias de casarse sin amor o con problemas de abuso. Han venido en busca de asesoramiento porque anhelan la conexión que alguna vez tuvieron o porque sus esfuerzos por conectarse no están funcionando. “No podemos comunicarnos” en realidad significa “no nos estamos conectando”. Con bastante frecuencia, uno u otro (o ambos) no se sienten lo suficientemente seguros como para estar al 100 por ciento en la relación.
El amor solo no es suficiente. La seguridad depende de actitudes y comportamientos que apoyen la conexión emocional y el profundo respeto mutuo. Si uno u otro se siente inseguro, desconfiado o emocionalmente amenazado, el matrimonio simplemente no funcionará a largo plazo. Puede durar: las personas permanecen en relaciones insatisfactorias por muchas razones. Pero no será íntimo.
Un matrimonio debe ser un refugio seguro para cada cónyuge donde se sienta amado, apreciado y visto; donde puedan dar por sentado su unión de una manera positiva. Un buen matrimonio es aquel en el que cada miembro de la pareja trabaja constantemente en los siguientes elementos de seguridad:
- Seguridad.
La seguridad depende de que cada uno esté seguro de que la otra persona está comprometida con la promesa de compromiso y hará todo lo posible para cumplir esa promesa. Todos los matrimonios tienen momentos difíciles. Cada matrimonio tiene momentos en que los socios se sienten fuera de sintonía entre sí. Compromiso con el compromiso significa que ambos socios trabajan en los problemas. No se desvinculan ni abandonan. No se dan el gusto de culpar. Cada uno asume la responsabilidad de su parte en la creciente distancia entre ellos y trabaja duro para solucionarlo.
- Confianza.
La confianza es un regalo que damos a alguien que amamos. En un matrimonio saludable, es un hecho. Cada uno sabe que el otro nunca haría nada para romper su corazón. Lo tratan como el bien preciado que es porque entienden que una vez rota, la confianza es muy difícil de recuperar. Las parejas que perduran son parejas donde ninguno de los dos traiciona esa confianza. Debido a que la confianza es tan necesaria para la seguridad y debido a que es posible malinterpretar las situaciones, ninguno de los dos saca conclusiones precipitadas sobre la traición. Más bien, cuando uno de los socios se siente traicionado, lo hablan.
- Honestidad.
Para confiar, ambos socios deben ser honestos consigo mismos y entre sí. Como ninguno tiene nada que ocultar, se comparten las contraseñas de los teléfonos y las computadoras. Son honestos acerca de sus finanzas, sus actividades y sus relaciones. Entienden que una pareja es un equipo de dos y cada uno necesita poder contar con la integridad del otro para que funcione.
- Respeto mutuo.
En los matrimonios saludables, la pareja aprecia y ama a la otra persona por lo que ella o él es, y lo dice regularmente. Respetan las opiniones, objetivos, pensamientos y sentimientos de los demás. Escuchan atentamente y están dispuestos a aprender unos de otros. No habla mal del otro ni hace gestos de desprecio o comentarios que invaliden las ideas o sentimientos del otro.
- Fidelidad.
La fidelidad significa diferentes cosas para diferentes personas. No es útil asumir que, por supuesto, ambos tienen en mente lo mismo cuando hablan de ello. Una pareja saludable ha hablado clara y honestamente sobre cómo definen «hacer trampa» y sus expectativas de sí mismos y de los demás. Hacen un pacto mutuo que prometen cumplir.
- Regla de platino.
Todos hemos oído hablar de la regla de oro: “Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”. Es una buena regla, pero la Regla Platinum lleva las cosas un paso más allá: “Trata a los demás como les gustaría ser tratados”. Eso significa tomarse el tiempo para comprender qué es lo que más apoya y deleita a su pareja y hacerlo, incluso si no quisiera lo mismo.
- Disponibilidad emocional.
En los matrimonios exitosos, los miembros de la pareja están emocionalmente comprometidos entre sí. Ambos expresan afecto regularmente. Ambos están interesados en compartir sus pensamientos y sentimientos y son receptivos a los de su pareja. Ninguno de los dos se cierra emocionalmente cuando hay un conflicto. En lugar de eso, se buscan y se apoyan mutuamente mientras resuelven lo que les preocupa.
- Lucha limpia.
Sí. Todo el mundo lo pierde a veces. Pero uno puede estar enojado sin menospreciar a la otra persona. Los insultos, los insultos, la intimidación, las amenazas de irse o de echar a la otra persona son elementos de la lucha sucia. Quien maneja un conflicto mediante la agresión verbal o el chantaje emocional, rara vez lo resuelve. Por lo general, hace que el problema sea mucho peor de lo que debería ser.
Las parejas sanas saben pelear con respeto. No se entregan a la culpa. En cambio, hablan desde su propia experiencia y sentimientos. Reciben el comportamiento, las frustraciones o las percepciones negativas de su pareja con curiosidad, no con ira. (Consulte: https:///lib/10-rules-for-friendly-fighting-for-couples/). El resultado suele ser una nueva comprensión.
Los matrimonios que duran se basan en la seguridad. Sin ella, ninguno de los miembros de la pareja puede relajarse en la relación. Con él, cada persona se convierte en una mejor versión de sí misma y el matrimonio crece en fortaleza e intimidad.
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