Todo el mundo hace algo mal. Podría ser chismear sobre un amigo, menospreciar a un cónyuge, castigar inapropiadamente a un niño, mentirle a un vecino o robar en el trabajo. Independientemente de la ofensa, hay pasos que una persona debe tomar para demostrar que ha aceptado la responsabilidad por su mala conducta.
- Reconocer internamente. El primer paso que da una persona es admitir que lo que hizo estuvo mal internamente. Este es el paso más crítico porque no se trata de lo que otros ven sino que es una condición del corazón. La persona debe reconocer que su comportamiento fue incorrecto o hiriente para otra persona y luego optar por enmendarlo. Muchas personas fingen este primer paso para verse bien frente a los demás, pero sin él, no puede ocurrir ningún cambio positivo real.
- Confesar a Otro. Este paso puede ser vergonzoso y, a menudo, se omite por ese motivo. Cuando una persona le ha hecho daño a una víctima, confesar su comportamiento a otra persona permite que haya un nivel de responsabilidad. Esta otra persona podría ser un amigo cercano, mentor, consejero o cónyuge. Hacerlo antes de confrontar a la víctima, le permite al ofensor una mayor comprensión de la gravedad de la transgresión.
- Admitir a la Víctima. Hay dos buenas maneras de confesar un delito a una víctima: escribir una carta/correo electrónico o declarar verbalmente. Hacer afirmaciones generales como «Lamento todo el daño que te causé», sin embargo, no es suficiente. Esta es una forma de eludir la responsabilidad porque no hay nada específico para responsabilizar a la persona. Más bien, la declaración debería ser: Lo siento por agredirte verbalmente llamándote por un nombre.
- Declarar Entendimiento. Durante la confesión, es importante indicar cómo la ofensa hirió a la víctima. Por ejemplo, Parecías triste cuando te llamé así, acepta la responsabilidad de una respuesta emocional hiriente. Negarse a afirmar que un comentario doloroso causó una tristeza innecesaria abre la puerta para que se le culpe a alguien o a algo más. Este paso demuestra un nivel de empatía por la víctima que es esencial para reparar la relación.
- Erigir un límite. Si vuelvo a hacer esto, entiendo que demostrará una comprensión de las posibles consecuencias futuras de cualquier otro delito. También es una forma de mostrar conciencia de la gravedad de la ofensa. Sin embargo, algunas personas usan este paso como una forma de controlar el resultado. El hecho de que un delincuente establezca una consecuencia natural no significa que la víctima tenga que aceptarla tal como se le ofrece.
- Dar tiempo. Después de cualquier ofensa/confesión, la víctima necesita tiempo suficiente para creer que el cambio es real. El agresor ha perdido el derecho a indicar cuánto debe durar ese período de tiempo, sino que es la víctima la que ahora tiene ese control. El cambio real, como los nuevos hábitos, toma tiempo para ser absorbido por una persona. Por lo general, es necesario que ocurran varios incidentes de ira, ansiedad, depresión o miedo para ver si el cambio es permanente.
- Se responsable. Tanto la víctima como la persona del paso dos tienen derecho a interrogar al delincuente para ver si está cumpliendo. La voluntad de rendir cuentas a otras personas por sus acciones y comportamientos demuestra madurez y responsabilidad. Una interrupción en este paso indica una persona que realmente no ha cambiado.
Tenga en cuenta que en todos los pasos, no se requiere nada de la víctima. No es responsabilidad de la víctima hacer nada después de haber sido ofendido. Pueden optar por perdonar o no, según les parezca. En cambio, todos los pasos se enfocan en las acciones/comportamiento/actitud del delincuente.