Comprensión y tratamiento de la irritabilidad en sus pacientes

La irritabilidad, a menudo denominada agitación, es una ocurrencia común en personas con y sin problemas psiquiátricos. Por lo general, se describe como enojo o molestia intensa por parte de la persona.

Aquellos que pasan tiempo con el individuo y alrededor de él, a menudo describen a la persona como siempre molesta, frustrada o “enojada”. La realidad es que, si no se controla, la irritabilidad crónica puede causar estragos en la vida de sus pacientes. Específicamente, puede crear una variedad de problemas interpersonales, ocupacionales, sociales, financieros y legales.

La irritabilidad es un síntoma común del trastorno de estrés postraumático. Específicamente, se clasifica como una manifestación de excitación y reactividad disfuncional. Desde el punto de vista del comportamiento, sus pacientes pueden presentarse como inquietos, impulsivos e incluso agresivos.

Emocionalmente, puede notar un afecto restringido, cambios entre el estado de ánimo normal y la ira y los episodios de llanto. Socialmente, sus pacientes con altos niveles de irritabilidad pueden ser socialmente retraídos, antagónicos con sus seres queridos y extraños y desdeñosos con los sentimientos de los demás. Cognitivamente, estarán desenfocados, se distraerán fácilmente y reportarán problemas de memoria.

La depresión es otra posible causa de irritabilidad. Con el tiempo, la tristeza prolongada, los sentimientos de desesperanza e inutilidad y la pérdida del placer en la vida pasan factura a la persona deprimida.

La irritabilidad puede manifestarse de manera diferente en sus pacientes deprimidos. Para muchos hombres, la irritabilidad suele ser el primer signo o síntoma de depresión. Las mujeres pueden ser más propensas a exhibir retraimiento y aumento de los episodios de llanto. Los pacientes más jóvenes con irritabilidad son más propensos al comportamiento agresivo e impulsivo debido a los déficits inherentes en la regulación emocional.

Los pacientes mayores pueden tener problemas de insomnio, disminución del apetito y aumento del consumo de sustancias.

Causas no psiquiátricas

Como se señaló anteriormente, hay una serie de causas no psiquiátricas para la irritabilidad. Uno de los más comunes es la falta de sueño.

El sueño adecuado proporciona un amortiguador contra la irritabilidad. Cuando una persona no obtiene lo suficiente, su capacidad para manejar incluso los problemas más pequeños se reduce considerablemente. En lugar de manejar el problema con equilibrio y consideración, es más probable que la persona se enfade con la gente y demore en abordar el problema.

El consumo excesivo de cafeína también es culpable. La cafeína no solo es un agente promotor de la vigilia, sino que también estimula el sistema nervioso simpático. Si se produce una estimulación excesiva del sistema nervioso simpático por el consumo excesivo de cafeína, la persona se volverá irritable.

Otros desencadenantes comunes de la irritabilidad incluyen el estrés laboral y doméstico y una serie de enfermedades físicas que incluyen hipotiroidismo, diabetes, alergias y gripe.

La causa no psiquiátrica de la irritabilidad de una persona determinará el tratamiento. Algunos tratamientos son más sencillos que otros.

Por ejemplo, en el caso de la privación del sueño, la receta es dormir más. Este problema se puede abordar a través de terapias cognitivo-conductuales específicas o medicamentos recetados y de venta libre.

En casos de exceso de cafeína, puede ayudar a su cliente a reducir o eliminar la cafeína o, en casos agudos, indicarle al paciente que espere hasta que el químico abandone su sistema (y evite la ingesta adicional por un tiempo).

Si la enfermedad de la tiroides o la diabetes son hereditarias en la familia de su paciente, es importante recomendarle que reciba un examen físico de su proveedor de atención primaria. Hasta que el proceso de la enfermedad esté bajo control, la irritabilidad no mejorará.

En el caso de las alergias, un antihistamínico de venta libre como Benadryl o Claritin puede ser la solución. Sin embargo, en algunas personas, los antihistamínicos pueden empeorar la irritabilidad. Del mismo modo, una variedad de medicamentos pueden causar irritabilidad.

Algunos ejemplos incluyen antidepresivos y psicoestimulantes. Si su paciente irritable está tomando un medicamento dentro de cualquiera de estas clases, debe considerar remitirlo a su prescriptor de medicamentos psiquiátricos para una evaluación.

Causas psiquiátricas

Las causas psiquiátricas de la irritabilidad son algo más difíciles y engañosas. En la mayoría de los casos, la ansiedad o la depresión subyacentes deben tratarse antes de que resida la irritabilidad. Pero en algunas personas, la irritabilidad debe abordarse específicamente.

Esta focalización se puede hacer con medicamentos o terapia de conversación. En cuanto a los primeros, los medicamentos con propiedades ansiolíticas (por ejemplo, las benzodiazepinas) pueden resultar beneficiosos. Ciertos medicamentos para la presión arterial también pueden ser útiles.

Por ejemplo, el bloqueador beta adrenérgico propranolol se usa comúnmente para atacar la irritabilidad en pacientes con trastorno de estrés postraumático. Los beneficios de este último probablemente sean obvios para usted. Desafiar los pensamientos negativos de una persona puede proporcionar un alivio significativo de la irritabilidad, al igual que enseñarle a la persona estrategias de calma para manejar los sentimientos intensos.

Independientemente de la causa, si no se trata, la irritabilidad puede ser una fuerza destructiva y causar problemas a su paciente y sus seres queridos. Evite la tentación de descartar la irritabilidad de un paciente como resultado del estrés situacional o de la “personalidad”. Considere todas las causas posibles que pueden estar contribuyendo a la condición.

Una vez identificado, inicie el tratamiento o remita a su proveedor de atención médica para una evaluación. Si lo hace, su paciente verá una mejora en su condición subyacente y una mejora general en la calidad de vida.

* Este artículo fue adaptado de un artículo anterior escrito por el Dr. Moore para su columna «Kevlar for the Mind».