Autismo y transgénero: ¿existe una conexión?

Las personas autistas informan tasas más altas de identidades no cisgénero, y las personas con diversidad de género informan tasas más altas de rasgos autistas.

Las personas autistas tienen más probabilidades de tener diversidad de género que las personas neurotípicas, y las personas con diversidad de género tienen más probabilidades de tener autismo que las personas cisgénero, según estudios recientes, como este de 2020.

Este estudio sugiere que las personas que no se identifican con su sexo asignado al nacer tienen de 3 a 6 veces más probabilidades de reportar comportamientos relacionados con el autismo y ser diagnosticadas con TEA que sus contrapartes cisgénero.

La respuesta corta: no hay una respuesta definitiva.

Es importante tener en cuenta que estos estudios han investigado datos relacionados con la correlación en lugar de la causalidad. No hay nada que sugiera que el autismo conduce a una identidad trans o no binaria, o viceversa.

Pero hay algunas hipótesis que los investigadores han hecho para la conexión entre los dos.

Las personas autistas están familiarizadas con operar fuera de las normas y expectativas sociales y pueden sentirse más cómodas identificándose abiertamente con algo fuera del cisgénero.

Lo contrario también podría ser cierto, según un estudio de 2020. Aquellos que se han apoyado y expresado abiertamente su inconformidad de género pueden ser más propensos a expresar otras divergencias, incluidas las dificultades sensoriales o el reconocimiento de patrones.

Se cree que tener una sensación de afiliación con un grupo social en particular tiene un efecto positivo en el bienestar mental, según una investigación de 2010. Esto es cierto para las personas de diversas identidades de género y las personas autistas de forma independiente.

Navegar por la disforia de género o estar en un entorno sin apoyo inclusivo puede afectar la forma en que una persona se relaciona con un grupo en particular, y se sabe que el autismo afecta la forma en que las personas interactúan en entornos sociales.

Prácticas holísticas

Debido a que las personas autistas tienen niveles más altos de otras afecciones de salud mental, como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y la depresión, esto destaca la necesidad de que los profesionales reconozcan todas las intersecciones en las que viven las personas.

Las implicaciones de estudios como estos muestran la necesidad de profesionales completos. Los médicos dentro de la salud del comportamiento o campos específicos de TEA que conocen el potencial de esta conexión pueden ayudar en un enfoque más inclusivo de su trabajo con los clientes.

De manera similar, para las personas que realizan un trabajo intencional con clientes de género diverso, ser más conscientes del potencial de las neurodiversidades puede generar un entorno más cómodo e inclusivo.

La correlación también destaca la necesidad de abordar las lagunas en los diagnósticos de autismo. Debido a que se han investigado y probado muchas afecciones y neurodivergencias con sujetos cismasculinos blancos, el TEA en mujeres y niñas cis a menudo se ha pasado por alto debido a las variaciones en la presentación y los rasgos.

Los investigadores creen que existe la posibilidad de que este sea el caso también para las personas con diversidad de género.

Se debe hacer espacio por igual para ambas identidades, en lugar de que una sea ignorada o relegada a un segundo plano.

La gente está llena de complejidades.

Según un estudio de 2018, se ha cuestionado la identidad del 32 % de las personas autistas que han buscado atención de afirmación de género debido a su diagnóstico de TEA.

Esta perspectiva no solo impide que una persona reciba el apoyo médico que necesita, sino que también ha tratado una de estas piezas como algo que debe “solucionarse”.

Esto no es una excusa para patologizar la identidad de género.

Además, el lenguaje relacionado con diversos trastornos de salud mental o neurodivergencias y su conexión con la diversidad de género debe manejarse con sensibilidad debido a la discriminación histórica contra la comunidad LGBTQIA+ y los efectos negativos que tiene en la salud mental de una persona.

No fue sino hasta 1973 que se eliminó la «homosexualidad» del Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales (DSM), lo que dejó de hacer que ser gay sea un trastorno de salud mental.

Dentro de la actualización más reciente del DSM-5, se adoptó un enfoque más intencional con respecto a las identidades de género y la sexualidad. Pero todavía hay inclusiones dentro del manual que los defensores de LGBTQIA+ cuestionan, incluido el trastorno travesti, que podría permitir a un médico enmarcar a alguien siendo trans como una condición en lugar de un aspecto de su identidad.

Varios estudios en los últimos 12 años han sugerido una correlación entre los diagnósticos de TEA, los síntomas de autismo autoinformados y lo que los investigadores llaman «diversidad de género».

Para las personas con diversidad de género y autistas, estos datos sirven como apoyo para la presencia de una amplia comunidad que existe.

Además de comprender mejor las necesidades clínicas generales de las personas autistas y de género diverso, se necesitan estudios adicionales para descubrir la raíz de la correlación entre los dos grupos de identidad.

Es importante asegurarse de que la conexión entre los TEA y la diversidad de género no lleve a patologizar o suprimir una identidad.

En cambio, los médicos pueden usar los datos disponibles para ampliar sus prácticas holísticas y potencialmente comprender mejor a su diversa clientela.