Hay muchas cosas en la vida que no podemos controlar. No podemos controlar lo que otras personas piensan de nosotros. No podemos controlar el clima. No podemos controlar la pérdida de un ser querido. No podemos controlar cómo se comportan los demás o lo que dicen.
Pero hay muchas cosas que podemos controlar. Agradecidamente.
Por supuesto, en algunos días, no se siente así. Se siente como si todo se estuviera desmoronando y estamos atrapados en un tsunami. Pero creo que es fortalecedor recordarnos que hay acciones que podemos tomar, incluso en tiempos difíciles.
En el libro reflexivoPequeño Buda: sabiduría simple para las preguntas difíciles de la vida,Lori Deschene, fundadora de TinyBuddha.com, comparte una lista de 50 cosas que podemos controlar. Ella enumera todo, desde cuántas veces sonreímos hasta la frecuencia con la que decimos «Gracias» y «Te amo», cómo interpretamos las situaciones, cuántos artículos negativos leemos y si compartimos algo que tenemos en mente.
Quería crear mi propia lista como recordatorio. Y te animo a que hagas lo mismo. Incluye 75 cosas (¡o más!). Después de todo, su lista podría ser completamente diferente. Puede que estés completamente en desacuerdo con lo que escribí. Lo cual está totalmente bien.
Escribe lo que es verdad para ti. Sea súper específico para su vida. Publique su lista en algún lugar visible o guárdela en su cuaderno. Consúltelo regularmente. Recuerda que tienes el poder, independientemente de las circunstancias que se te presenten. Controla las cosas que puedas para cultivar una vida significativa, plena y compasiva para ti.
Sin más preámbulos, aquí están las cosas que puedo controlar:
- Cómo me hablo a mí mismo.
- Cómo hablo de mí mismo frente a los demás. (¿También tiendes a descartarte a ti mismo?)
- Si traigo un paraguas.
- Cuanto abrazo a mi esposo.
- Cómo reacciono ante los demás.
- Cuando yo escribo.
- Las palabras que escribo.
- Con qué frecuencia reviso mi teléfono. Del mismo modo, si dejo o no mi teléfono en una habitación diferente.
- Cómo estructuro mi día.
- Cómo estructuro mi espacio.
- Si busco ayuda.
- Las personas a las que acudo en busca de ayuda.
- Cuándo, dónde y cómo digo “sí”.
- Cuándo, dónde y cómo digo “no”.
- Cómo practico el autocuidado.
- Cómo amo a los demás.
- Que honesto soy.
- Con qué frecuencia llamo a mis seres queridos.
- Donde canalizo mi dolor.
- Si grito.
- Cómo siento mis sentimientos; aceptando mis sentimientos.
- Cuánto presto atención a mi entorno.
- Si hago algo que está fuera de mi zona de confort.
- Si me perdono a mí mismo.
- A quién sigo, los sitios web que visito, los blogs que leo.
- Si voy al médico.
- Mis prioridades.
- La música que escucho.
- La gente a la que escucho.
- Si asumo la responsabilidad de las cosas de las que soy responsable.
- Lo duro que trabajo en algo.
- Lo que hago con mis pensamientos acelerados.
- Cuanto juego.
- Lo que hago con mis remordimientos.
- Si muevo mi cuerpo de manera que me empodera.
- Si le canto a mi hija.
- Si hago dieta. Si pongo alguna restricción en mi alimentación. Si practico la alimentación intuitiva.
- Las personas con las que me rodeo.
- Las historias que reescribo; las perspectivas insolidarias las cambio.
- Lo que me pongo.
- El arte que creo.
- Qué amable soy con los demás.
- Si miro mis defectos, externos e internos, con amabilidad, con dulzura, con amor.
- Si me pongo en la posición y perspectiva de otra persona.
- Que paciente soy.
- Lo que hago con mi ansiedad.
- Lo que hago con mi ira.
- Lo que hago con mi tristeza.
- Lo que hago con mi envidia.
- Con qué frecuencia me cepillo los dientes y uso hilo dental. (Oye, lo básico también cuenta).
- Si miro a los ojos de mi marido.
- Si comunico mis necesidades.
- Cuanta inspiración dejo entrar en mi vida.
- Cómo respondo a mis necesidades.
- Los límites que establezco.
- Si saboreo lo que como.
- Si creo una rutina matutina y vespertina, y cómo se ve cada una.
- Cómo honro a los seres queridos que han fallecido.
- Cómo trato mi cuerpo.
- Cómo me calmo.
- Si tengo una báscula.
- Lo que hago con mis dudas.
- Si encuentro belleza en las cosas que parecen no tenerla.
- Que agradecido estoy.
- Cuánto tiempo paso con mi mamá.
- Si exploro mis sueños, intenciones y miedos.
- Lo que hago con mis sueños, intenciones y miedos.
- Si comparo mi peso con mi valor.
- Ya sea que compre libros de dietas y libros de cocina y cualquier otro libro que se centre en reglas, regulaciones, restricciones y números, y me haga sentir mal conmigo mismo.
- Si dejo que las distracciones descarrilen mi trabajo.
- Lo que aprendo de mis traspiés, errores, oportunidades perdidas, malas decisiones, momentos difíciles.
- Si ordeno y me deshago de todas las cosas que no amo o necesito.
- Lo que miro: los tipos de programas y películas y la cobertura de noticias. (Si eres una persona muy sensible, esto es vital).
- Cuando salgo y saboreo el aire fresco.
- Ya sea que compre la idea de que el vino (o cualquier bebida alcohólica) es una recompensa que me he ganado o una forma fantástica de relajarme y ahogar el estrés del día.
Es tan fácil sentirse atraído en todo tipo de direcciones. Es tan fácil caer en la trampa de que la vida simplemente nos sucede y estamos listos para el tumultuoso viaje. Por supuesto, hay desafíos. Hay obstáculos que pueden sentirse insuperables. Pero en esos momentos podemos hacer otra cosa que podemos controlar: podemos buscar apoyo. Podemos buscar ayuda profesional.
Recuerda, puedes salir del hoyo tú mismo.
No siempre sentirás que puedes. Puede parecer imposible en este momento, en este mismo minuto, y puede que estés levantando las manos en el aire, y puede que te enojes con solo pensar que tienes algún tipo de control, especialmente en tu situación. Pero con ayuda, con trabajo duro, lo haces.
No eres impotente.
Sólo di la palabra. Sólo di que vas a cambiar las cosas. Y sigue cavando.
Foto de Ethan Sykeson Unsplash.