Para fortalecer sus relaciones, es posible que desee trabajar en cuatro tipos de intimidad: cercanía física, emocional, intelectual y espiritual.
La intimidad, en general, se refiere al nivel de proximidad entre dos personas. Requiere vulnerabilidad, apertura y confianza.
Tener intimidad con otra persona en un nivel no garantiza necesariamente la intimidad en otros aspectos.
Ya sea su relación con sus padres, pareja, amigos o empleadores, puede experimentar diferentes tipos de intimidad según la dinámica de poder en juego.
Si una relación tiene una dinámica de poder igual, la intimidad se vuelve más fácil de cultivar, dice Gloria Lopez-Henriquez, doctora en trabajo social y miembro de la facultad del Instituto Ackerman para la Familia en la ciudad de Nueva York.
Por ejemplo, las relaciones románticas en las que las decisiones se toman normalmente en conjunto y una persona no ejerce el control o tiene más recursos que su pareja.
No todas las relaciones involucran todos los tipos de intimidad, pero estas cuatro son las más comunes para compartir:
- físico
- emocional
- mental o intelectual
- espiritual
La intimidad física se refiere a la cercanía del cuerpo. Puede implicar abrazos, caricias, besos y tomarse de la mano, según la naturaleza de la relación.
Sin embargo, la intimidad física no es exclusiva de las parejas románticas. Los padres, los hijos e incluso los amigos pueden desarrollar una intimidad física no sexual.
Este tipo de intimidad implica contacto seguro y proximidad que pueden mejorar los sentimientos de cercanía emocional.
Según un estudio de 2020, el contacto físico puede ayudar a crear vínculos y puede reducir las percepciones de soledad.
Este tipo de cercanía no es típico de otras relaciones donde la confianza y la vulnerabilidad pueden no estar presentes.
“No puedes desnudar tu alma con un colega como lo haces con un amigo de confianza o una pareja romántica”, dice López-Henríquez. “La diferencia es que estás en pie de igualdad en estas relaciones. No es lo mismo una relación con un maestro o un supervisor, […] porque tienen cierto control sobre ti.”
Para nutrir este tipo de intimidad, puedes tener una conversación abierta con la otra persona sobre su nivel de comodidad con diferentes tipos de contacto.
Otra forma de cultivar la intimidad física es hacer que la otra persona se sienta segura con tu toque. Para ello, puede que quieras empezar con ligeras caricias, suaves abrazos o besos en la frente. Es importante ser receptivo a las reacciones de la otra persona y respetar los límites.
Ser emocionalmente íntimo con otra persona significa ser transparente con tus sentimientos, miedos y pensamientos más profundos. Implica sentirse seguro y no juzgado, dice López-Henríquez. Y se trata de ser igual para la otra persona.
Para nutrir la intimidad emocional en una relación, debes tomar riesgos y ser abierto, agrega. Sin embargo, si una o ambas personas no están emocionalmente disponibles o temen la intimidad, la cercanía en este aspecto puede convertirse en un desafío.
Este tipo de intimidad puede desarrollarse en la mayoría de los tipos de relaciones.
Los padres y los niños pueden aprovechar su intimidad emocional, por ejemplo, si mantienen un sentido de curiosidad sobre la relación, dice López-Henríquez.
“Es importante que un padre o tutor haga preguntas o venga de un lugar de curiosidad en lugar de hacer una acusación”, agrega. “Si un niño (incluso si es un adulto) siente que será juzgado, no compartirá detalles íntimos de su vida con sus padres”.
Lo mismo ocurre con las amistades y las relaciones románticas.
La intimidad emocional se puede desarrollar escuchando mejor a la otra persona y siendo capaz de hablar con claridad y honestidad.
Este tipo de intimidad también puede requerir la seguridad de que, a pesar de las diferencias en experiencias y emociones, están seguros el uno con el otro porque encuentran apoyo y consuelo cuando expresan sus miedos, dolores y dudas más profundos.
La intimidad mental se refiere a compartir sus ideas, opiniones y perspectivas de vida. También puede implicar desafiarse intelectualmente unos a otros y estar abiertos a aprender, o al menos considerar, las ideas de la otra persona.
Tener discusiones estimulantes sobre diferentes temas y sentirse seguro al expresar sus propios puntos de vista es parte de nutrir la intimidad mental.
La clave es mostrar respeto mutuo, incluso cuando tienes puntos de vista diferentes, dice López-Henríquez.
Para cultivar la intimidad intelectual, es posible que desee mantener una actitud curiosa. Es importante compartir puntos de vista con la intención de aprender unos de otros más que debatir opiniones.
La intimidad espiritual significa sentirse cerca, validado y seguro al compartir sus ideas y creencias más íntimas sobre el propósito de la vida y su conexión con las energías divinas.
Todavía es un concepto borroso porque puede significar diferentes cosas para diferentes personas.
La intimidad espiritual no significa necesariamente que ambas personas tengan las mismas creencias, pero puede implicar compartir un concepto más amplio de la espiritualidad.
Por ejemplo, ambos pueden creer que deben ser fieles y honestos en todo lo que hacen, incluso si pertenecen a diferentes religiones.
Compartir este mayor sentido de propósito puede desarrollar una cercanía íntima que les permita proyectar una vida juntos, por ejemplo.
Para nutrir la intimidad espiritual, es posible que desee aprender más sobre las prácticas y creencias de cada uno y, lo que es más importante, por qué son importantes para la otra persona. La intimidad espiritual se trata de compartir el impacto que tus creencias tienen en tu vida y respetar esto puede ser diferente para la otra persona.
El miedo a la intimidad se refiere a tener miedo de acercarse demasiado a otra persona en uno o más aspectos.
Hay varias razones por las que alguien puede temer la intimidad, según la edad y el tipo de relación, dice López-Henríquez.
En lugar de dedicar tiempo a mejorar sus relaciones actuales y cultivar la intimidad, muchos jóvenes pueden concentrar su energía en buscar otras parejas potenciales, dice López-Henríquez.
Otro posible temor con respecto a la intimidad de la relación puede estar relacionado con la sensación de perder su identidad.
El miedo a la vulnerabilidad también puede estar involucrado en una dinámica de padres e hijos. Si un niño, incluso si es un adulto, tiene miedo de decepcionar a un padre o tutor, puede optar por no tener una relación íntima con él.
Una forma de trabajar con su miedo a la intimidad es buscar el apoyo de un terapeuta de salud mental. Es posible que puedan explorar las posibles causas de su miedo y trabajar con usted para desarrollar un plan que lo ayude en su caso particular.
La intimidad se refiere a un nivel de cercanía en el que te sientes validado y seguro. En las relaciones, cuatro tipos de intimidad son clave: emocional, física, mental y espiritual.
Si sientes que temes la intimidad de cualquier tipo, o tu ser querido lo hace, buscar el apoyo de un terapeuta puede ayudarte.