A lo largo de la historia, los psicólogos se han centrado típicamente en los estados humanos negativos.
Este enfoque finalmente influyó en la forma en que los psicólogos estudiaron la experiencia de las emociones; Durante años, las investigaciones generalmente se enfocaron en emociones negativas como la ansiedad, la ira y la depresión.
En consecuencia, una pregunta crítica quedó sin respuesta: ¿De qué sirven las emociones positivas?
Esta pregunta fue el título de un artículo innovador de Barbara Fredrickson, publicado en el Revisión de Psicología General en 1998. En el artículo, Fredrickson presenta una teoría novedosa de las emociones positivas, argumentando que sirven para ampliar los repertorios momentáneos de pensamiento y acción de los individuos, contribuyendo así a una buena salud y funcionamiento.
Esta teoría ahora se conoce como la Ampliar y construir la teoría de las emociones positivas.
En este artículo, exploraremos algunas diferencias clave entre las emociones positivas y negativas, describiremos los principios básicos de la teoría de ampliar y construir de Fredrickson y le indicaremos recursos adicionales para aprender más sobre sus emociones.
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¿Por qué se estudian poco las emociones positivas?
Todo el mundo quiere sentir emociones positivas como la felicidad, la emoción y el amor. A pesar de esto, la investigación sobre cómo cultivar tales emociones ha comenzado a florecer recientemente con el surgimiento de movimientos como la psicología positiva.
Entonces, ¿por qué los académicos han optado por descuidar una dimensión tan importante de la experiencia humana?
En su artículo (1998), Fredrickson ofrece tres posibles explicaciones.
Las emociones positivas son pocas y menos diferenciadas
En general, parece haber menos emociones positivas que negativas. De hecho, por cada emoción positiva especificada en las taxonomías científicas, existen tres o cuatro emociones negativas (Ellsworth & Smith, 1988).
Asimismo, las emociones positivas parecen estar menos diferenciadas en su expresión. Mientras que las emociones negativas como la ira, la tristeza y el asco provocarán cambios únicos en la expresión facial, es probable que las emociones como la alegría, la satisfacción y la relajación produzcan expresiones bastante similares, como los labios levantados asociados con una sonrisa (Ekman et al., 1987).
Esta falta de diferenciación entre las emociones positivas a menudo surge cuando tratamos de recordar recuerdos emocionales.
Para ilustrar, intente reflexionar sobre una o dos interacciones positivas con un amigo e identifique las emociones que provocaron. Lo más probable es que los describa como agradables, divertidos, relajantes o posiblemente las tres cosas.
Ahora, piensa en un par de interacciones negativas con un amigo y trata de describirlas en términos emocionales.
Probablemente encontrará que las palabras que elija serán bastante específicas para la situación. Por ejemplo, si discutiste con un amigo que reveló un secreto tuyo, es posible que te sientas traicionado o lastimado. Sin embargo, no te sentirías así si estuvieras visitando a tu amigo en el hospital. En cambio, probablemente te sentirías preocupado, pero ambas situaciones provocaron emociones negativas.
Los científicos especulan que la razón de esta diferenciación entre las emociones negativas puede deberse a la selección natural y la supervivencia. Mientras que las oportunidades para sentirnos positivos pueden servir para aumentar nuestro bienestar temporalmente, la falta de respuesta a las amenazas corre el riesgo de matarnos, ya sea directamente o por la desconexión de otros de quienes dependemos para sobrevivir.
Por lo tanto, esta diferenciación en nuestra experiencia de las emociones negativas puede haber ayudado a nuestros antepasados a responder adecuadamente en situaciones que amenazan la vida (Nesse, 1990).
Los problemas exigen atención
Las emociones negativas crean problemas para los individuos y la sociedad, lo que apunta a otra razón por la que los académicos se centran en ellas (Fredrickson, 1998).
Por ejemplo, aquellos que no pueden contener su ira pueden ser propensos a actos de violencia. Las experiencias crónicas de emociones negativas pueden provocar dolencias físicas, como enfermedades cardíacas, lo que supone una carga para los sistemas de salud (Barefoot, Dahlstrom y Williams, 1983). Además, la experiencia crónica de tristeza (es decir, depresión) puede conducir al suicidio.
Si bien se han establecido muchos vínculos entre las emociones negativas y los resultados indeseables, existen muchos menos vínculos entre las emociones positivas y los resultados negativos. Quizás una excepción sea la experiencia de manía o euforia, alternando con la depresión entre los que sufren de bipolaridad (Fredrickson, 1998).
No obstante, estos claros vínculos entre las emociones negativas y los resultados adversos para los individuos y la sociedad apuntan a otra razón más por la que los psicólogos probablemente han descuidado el estudio de las emociones positivas. Sin embargo, como descubriremos, las emociones positivas pueden desempeñar un papel importante, aunque poco estudiado, para protegernos contra el malestar físico y psicológico negativo.
Los teóricos relacionan las emociones con las tendencias de acción
Las emociones positivas no exigen tendencias de acción específicas de la misma manera que las emociones negativas, y esto no se alinea con la mayoría de los modelos de emoción propuestos por los teóricos.
En psicología, la frase tendencia de acción se refiere al impulso de actuar de una manera particular.
La mayoría de los modelos prototípicos de emociones se caracterizan por centrarse en las emociones negativas, y estos modelos tienden a vincular las emociones con tendencias de acción específicas. Por ejemplo, la ira nos impulsa a atacar o huir, y la culpa nos anima a enmendarnos.
Dado que ha aumentado el interés por las emociones positivas, los académicos se han esforzado por establecer vínculos causales similares entre las emociones positivas y el comportamiento. Para ilustrar, considere la siguiente pregunta:
¿Qué tendencia a la acción debe seguirse de la emoción de alegría?
A diferencia de las emociones como la ira o la culpa, uno puede hacer casi cualquier cosa en un estado de alegría. Podrías salir a caminar a un lugar nuevo, tocar un instrumento musical o reírte con un amigo.
Por lo tanto, las emociones positivas parecen estar vinculadas con un estado de «activación libre» que invita a la experimentación, a la falta de objetivos y a la voluntad de perseguir cualquier oportunidad que se presente (Frijda, 1986).
El problema con esta conclusión, aunque probablemente sea cierta, es que va en contra de los modelos existentes de emociones negativas que establecen vínculos entre las emociones y las tendencias de acción específicas como mecanismos de supervivencia, como el miedo que nos impulsa a huir del peligro que se avecina.
La consecuencia es que los modelos de emociones positivas han tendido a agrupar todas las emociones positivas, en lugar de explorar profundamente cada una y sus consecuencias (Fredrickson, 1998).
2 Supuestos para una Teoría de las Emociones Positivas
Entonces, si las emociones positivas no nos protegen promoviendo tendencias de acción específicas, ¿para qué sirven?
En un intento de responder a esta pregunta, Fredrickson (1998) comienza eliminando dos presunciones clave.
Primero, argumenta que, a diferencia de las emociones negativas, las emociones positivas no necesariamente producen tendencias de acción específicas. En cambio, nos dejan libres para participar en una amplia gama de posibles comportamientos.
En segundo lugar, sugiere que cualquier tendencia a la acción que suscitan las emociones positivas no tiene por qué ser necesariamente física, sino también cognitiva. Estos cambios en la cognición pueden luego fluir para afectar el comportamiento.
Por ejemplo, la emoción positiva del interés puede provocar cambios en la cognición; uno podría comenzar a especular sobre un tema, como un evento histórico o la especie de un insecto de aspecto extraño con el que se ha topado mientras caminaba. Esa emoción de interés puede influir indirectamente en el comportamiento a través de la cognición, como si la persona realizara una búsqueda en Google sobre el evento histórico o comenzara a pinchar el insecto con un palo.
La teoría de ampliar y construir de las emociones positivas
En el quid de su teoría, Fredrickson (1998) argumenta que mientras las emociones negativas reducen los repertorios de pensamiento y acción, las emociones positivas ampliar estos repertorios, lo que nos permite recurrir a una amplia gama de cogniciones y comportamientos posibles en respuesta a estímulos emocionales.
A través de este lente, las emociones positivas nos dejan libres para ser creativos, juguetones, curiosos y experimentales, y de estos comportamientos surgen oportunidades para obtener nuevos recursos físicos, sociales e intelectuales.
Por ejemplo, la emoción de alegría en los niños facilita el juego. En consecuencia, el juego desarrolla habilidades y competencias críticas, como las habilidades socioafectivas durante el juego social, las habilidades físicas durante el juego brusco y las habilidades cognitivas durante el juego con objetos (Boulton & Smith, 1992; Dolhinow & Bishop, 1970).
Asimismo, la emoción positiva del interés conduce de forma fiable a la adquisición de nuevos conocimientos, y la emoción del amor nos ayuda a desarrollar los recursos sociales.
Lo que se hace evidente al considerar estos ejemplos es que tener los repertorios de pensamiento y acción ampliados a través de la experiencia de emociones positivas ayuda en última instancia a las personas a construir una gama de recursos personales, de ahí el nombre de ampliar y construir (Fredrickson, 1998). Estos recursos pueden servirnos posteriormente mucho después de que hayan pasado las emociones que llevaron a su adquisición.
Para mayor claridad, los recursos en este contexto son cualquier cosa que permita a un actor representar un esquema (Feldman, 2004). Es decir, los recursos son cualquier cosa que se pueda utilizar para lograr algo. Ejemplos de recursos incluyen nuevas capacidades físicas, redes sociales o habilidades intelectuales.
Por ejemplo, nuestra fuerza física se convierte en un recurso cuando la usamos para mover un objeto pesado que bloquea nuestro camino. Asimismo, las conexiones sociales pueden servir como recursos cuando los eventos difíciles nos impulsan a buscar apoyo emocional.
De acuerdo con la Teoría de las Emociones Positivas Ampliar y Construir, es más probable que adquiramos estos recursos mientras experimentamos emociones positivas. Volviendo a los ejemplos anteriores, probablemente estaremos más motivados para levantarnos de la cama y hacer un ejercicio de fortalecimiento muscular cuando nos sintamos con energía positiva.
Del mismo modo, es más probable que hagamos un amigo duradero o una conexión social cuando inicialmente nos sentimos optimistas y felices al conocer a una persona por primera vez.
Considerando estas proposiciones juntas, ahora podemos responder la pregunta planteada en el artículo de Fredrickson (1998): De que sirven las emociones positivas?
Las emociones positivas amplían nuestros repertorios de pensamiento y acción, lo que nos ayuda a construir recursos que pueden servirnos más adelante.
Apoyo empírico para la teoría de ampliar y construir
Tras el desarrollo de Fredrickson de la Teoría de ampliar y construir, surgieron muchos estudios en varias subdisciplinas de la psicología, que sirvieron para probar las proposiciones clave de la teoría.
Estos estudios también proporcionan evidencia inicial de algunos de los beneficios prácticos de experimentar emociones positivas (ver Fredrickson, 2004 para una revisión).
Ampliación del pensamiento y la atención.
Primero, los hallazgos experimentales han demostrado repetidamente que aquellos que experimentan emociones positivas exhiben patrones de pensamiento consistentes con los presentados por la Teoría de Ampliar y Construir.
Es decir, las personas tienden a pensar de manera más inusual, flexible y creativa, al mismo tiempo que tienen una mente más abierta (ver Isen, 2000 para una revisión).
Los resultados también han demostrado que las emociones positivas facilitan un centro de atención ampliado (Basso, Schefft, Ris y Dember, 1996; Derryberry y Tucker, 1994). Del mismo modo, quienes experimentan emociones positivas parecen ser más capaces de concentrarse en un panorama general que en pequeños detalles en comparación con quienes están preparados para experimentar emociones negativas o neutrales (Fredrickson y Branigan, 2005).
Deshacer emociones negativas
De acuerdo a…