¿Alguna vez ha notado cómo algunas personas pueden hablar sin esfuerzo con cualquier persona que conocen, sin importar cuán divergentes sean sus antecedentes?
¿O has visto a esa persona que siempre ofende a alguien, sin importar el tema de conversación?
Estos dos escenarios representan cómo podemos diferir en nuestras habilidades para interactuar, llevarnos bien y relacionarnos con los que nos rodean. De la misma manera que variamos en las competencias académicas tradicionales, podemos variar en cuán socialmente competentes somos. Después de años de investigación y desarrollo académico, esta competencia social ahora se conoce comúnmente como «inteligencia social».
Este artículo resumirá los orígenes de la inteligencia social antes de sumergirse en cómo se puede medir y mejorar, sus diferencias con la inteligencia emocional y algunas recomendaciones para recursos adicionales.
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¿Qué es la inteligencia social en psicología?
Nuestra capacidad para navegar con éxito a través de nuestras vidas depende en gran medida de nuestros niveles de inteligencia social. Puede afectar las relaciones que formamos con nuestras parejas e hijos, los círculos de amistad que construimos y nuestra capacidad para progresar en nuestras carreras y ambiciones. Por lo tanto, nos conviene comprender mejor el concepto de inteligencia social y desarrollar las habilidades que necesitamos para mejorarlo.
El psicólogo estadounidense Edward Thorndike sacó a la luz por primera vez el concepto moderno de inteligencia social en 1920. Su clasificación de la inteligencia incluía tres dimensiones fundamentales. Estos se relacionan con la capacidad de comprender y manejar ideas (inteligencia abstracta), objetos concretos (inteligencia mecánica) y personas (inteligencia social; Kihlstrom & Cantor, 2000).
Thorndike (1920) definió la inteligencia social como:
“la capacidad de comprender y manejar a hombres y mujeres, niños y niñas, para actuar sabiamente en las relaciones humanas”.
Vernon (1933) ofreció una definición más amplia y describió la inteligencia social como:
“la capacidad de llevarse bien con la gente en general, la técnica social o la facilidad en la sociedad, el conocimiento de los asuntos sociales, la susceptibilidad a los estímulos de otros miembros de un grupo, así como la comprensión de los estados de ánimo temporales o los rasgos de personalidad subyacentes de los extraños”.
Desde entonces, ha habido puntos de vista divergentes sobre si la inteligencia social debe considerarse como una construcción psicológica por derecho propio. Por ejemplo, Wechsler (1958) afirmó que “la inteligencia social es solo inteligencia general aplicada a situaciones sociales”.
Sin embargo, investigaciones más recientes han dado peso a la idea de que la inteligencia no es una habilidad cognitiva singular, sino que incorpora varias tipos de inteligencia, que son todos disociables unos de otros.
Esta idea proviene en gran medida de la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner (1983), en la que propuso ocho tipos diferentes de inteligencia:
- Lingüístico-verbal
- visoespacial
- Naturalista
- Corporal-kinestésico
- Musical
- Lógica matemática
- intrapersonal
- interpersonales
La teoría de Gardner ha sido criticada por ser demasiado amplia y por la falta de investigación empírica. Sin embargo, hay un interés creciente en las facetas personal y social de su teoría, a saber, la inteligencia intrapersonal e interpersonal.
Hoy en día, estos se conocen más ampliamente como inteligencia emocional y social, respectivamente, la última de las cuales es el tema central de este artículo.
Inteligencia Emocional vs Inteligencia Social
La teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner (1983) define la inteligencia social (interpersonal) y emocional (intrapersonal) como entidades separadas pero relacionadas.
Entonces, ¿en qué se diferencian la inteligencia emocional y la social?
Mientras que la inteligencia social es la capacidad de comprender a otras personas, cómo trabajan, qué los motiva y cómo trabajar en cooperación con ellos, la inteligencia emocional es más una capacidad interna (Gardner, 1983). La inteligencia emocional se enfoca en comprender las propias emociones, aprender a dominarse a uno mismo y usar este conocimiento para guiar el comportamiento de uno.
De hecho, Mayer y Salovey (1997) definieron la inteligencia emocional como:
“la capacidad de percibir emociones, acceder y generar emociones para ayudar al pensamiento, comprender las emociones y el conocimiento emocional, y regular reflexivamente las emociones para promover el crecimiento emocional e intelectual”.
Estas diferencias fundamentales han sido desarrolladas por las teorías de la inteligencia emocional y social de Daniel Goleman.
Goleman (1995) postula que la inteligencia emocional es una construcción individual que nos permite reconocer, comprender y manejar nuestros propios sentimientos y reconocer, comprender e influir en las emociones de los demás.
Específicamente, ha esbozado cinco componentes básicos de la inteligencia emocional:
La inteligencia social es una construcción basada en las relaciones que se centra en la forma en que entendemos, interactuamos y nos presentamos a los demás.
Teoría de la inteligencia social: la investigación
La investigación se ha visto obstaculizada por la falta de acuerdo con respecto a la definición de inteligencia social. Incluso Daniel Goleman, en su libro Inteligencia social: la nueva ciencia de las relaciones humanas (2006), sugirió un replanteamiento del trabajo previo sobre inteligencia social. Afirmó que necesitamos nuevas herramientas para la evaluación de la inteligencia social, con una consideración adicional de las diferencias individuales.
Esta visión ha surgido principalmente debido al crecimiento de los estudios neurocientíficos que, según Goleman, deberían permitirnos mapear las áreas del cerebro involucradas en la dinámica social.
Goleman (2006) estableció una conceptualización de trabajo de la inteligencia social que incluía dos facetas principales. La primera es la de conciencia socialque se refiere a un espectro que va desde la percepción inmediata del estado interior de otra persona, hasta la comprensión de los sentimientos y pensamientos de otra persona, y ser capaz de ‘entender’ situaciones sociales complicadas.
La conciencia social incorpora:
- Empatía primaria: ser capaz de sentir los sentimientos de los demás a través de señales no verbales
- Sintonía: Escuchar con plena receptividad; ‘sintonizar’ con una persona
- Precisión empática: comprensión de los pensamientos, sentimientos e intenciones de otra persona
- Cognición social: entender cómo funciona el mundo social
La segunda faceta es la de instalación socialque se refiere a la capacidad de tener interacciones fluidas y efectivas con los demás.
La instalación social incluye:
- Sincronía: interactuar fácilmente con otros a nivel no verbal
- Autopresentación: Presentarnos bien
- Influencia: dar forma al resultado de las interacciones sociales
- Preocupación: Preocuparse por las necesidades de los demás y actuar en consecuencia.
Varios estudios empíricos respaldan la conceptualización de la inteligencia social de Goleman (2006), que comprende numerosos elementos diferentes.
Por ejemplo, la evidencia de la empatía primaria, esa reacción automática a nivel intestinal cuando puedes sentir la emoción de otra persona, es evidente a partir de la investigación de las neuronas espejo. Las neuronas espejo se activan cuando un individuo ejecuta una acción motora específica y cuando observa el mismo acto o similar realizado por otro individuo (Kilner & Lemon, 2013).
Del mismo modo, las neuronas espejo se activan cuando observamos la reacción emocional de otro, proporcionando la base neuronal de la empatía. La empatía es la base de las experiencias emocionales compartidas que sentimos como colectivo social: alegría compartida por el nacimiento de un recién nacido, emoción compartida al ver un evento deportivo, dolor compartido cuando alguien muere.
Apoyando la idea de influencia, la investigación muestra que aquellos que pueden expresarse con tacto son vistos por los demás como más favorables (Riggio & Friedman, 1986). Después de todo, uno tiene que expresarse de una manera que sea deseable para los demás para lograr influencia.
Inteligencia social: una fortaleza de carácter
En psicología, vemos las fortalezas del carácter como rasgos centrales que conforman el lado positivo de nuestras personalidades.
En su libro de 2004, Fortalezas y virtudes del carácter: un manual y clasificaciónlos psicólogos positivos Christopher Peterson y Martin Seligman definieron 24 fortalezas de carácter, categorizadas más ampliamente en seis virtudes:
- Sabiduría: fortalezas cognitivas que implican la adquisición y el uso del conocimiento.
- Coraje: fortalezas emocionales que implican el ejercicio de la voluntad para lograr objetivos frente a la adversidad.
- Humanidad: fortalezas interpersonales que implican atender y hacerse amigo de los demás.
- Trascendencia – Fortalezas que forjan conexiones con el universo, proporcionando significado
- Justicia – Atributos cívicos que forman los cimientos de una vida comunitaria saludable
- Templanza – Fortalezas que protegen contra el exceso
Dada la importancia de la inteligencia social en múltiples aspectos de la vida, no sorprende que Peterson y Seligman (2004) la clasificaran como una de las 24 fortalezas centrales del carácter bajo el paraguas de la virtud de humanidad.
Si desea evaluar las principales fortalezas de su carácter, puede hacerlo mediante la Encuesta VIA. Es una excelente manera para que las personas identifiquen, comprendan y desarrollen sus fortalezas clave para prosperar.
2 ejemplos y habilidades de la vida real
Veamos la inteligencia social con ejemplos prácticos.
Hacer las preguntas correctas
¿Alguna vez le ha estado contando a alguien una historia, solo para que responda con una pregunta o declaración que no tiene ninguna relación? ¿O has sido esa otra persona, escuchando la historia de alguien solo para darte cuenta a la mitad de que no sabes lo que ha estado diciendo? Tiene pánico interno y trata de pensar en algo rápido que decir para encubrir su falta de atención.
Ser capaz de escuchar activamente a los demás y responderles con preguntas y comentarios relevantes son excelentes ejemplos de una alta inteligencia social. Para fomentar relaciones positivas, las personas quieren sentirse escuchadas y que usted está completamente comprometido con lo que dicen.
Conocimiento y comprensión de la etiqueta social.
Para relacionarse positivamente con los demás, es importante comprender las diferencias sociales. Por ejemplo, no le hablarías de la misma manera a tu madre de 70 años que a tu hija de 16 años.
En nuestra vida laboral, nos encontramos con diferentes grupos sociales, incluidos los de diferentes países, diferentes grupos de edad y diferentes identidades religiosas y culturales. Ser capaz de reconocer y comprender los diferentes orígenes de las personas es una forma clave de conectarse con ellas.
3 formas de mejorar la inteligencia social
¿Quieres mejorar tu inteligencia social? Aquí hay grandes ideas con las que empezar.
Escucha bien y presta atención
Practique la escucha activa para que pueda participar y comunicarse plenamente con los demás.
La vida suele ser acelerada, con muchas distracciones tanto digitales como de otro tipo. Es natural querer responder a ese mensaje de texto que aparece en tu teléfono de inmediato, incluso cuando estás en medio de una conversación cara a cara.
Preste a las personas toda su atención cuando hable con ellas. A la gente le gusta sentirse escuchada y eso te ayudará a desarrollar relaciones que valgan la pena.
Cuidado con el lenguaje corporal
A menudo, el lenguaje corporal de las personas nos dirá mucho sobre cómo se sienten, incluso si no lo dicen. Trate de sintonizar con lo que la otra persona dice ‘físicamente’.
De la misma manera, sé consciente de tu propio lenguaje corporal y de cómo te presentas. Si te encorvas y pareces físicamente…