¿Qué es el enredo psicológico?
En pocas palabras, el entrelazamiento psicológico o emocional describe la falta de límites entre las personas. Introducido por el Dr. Salvador Minuchin en 1974, crea una relación disfuncional, donde los individuos carecen de autonomía e independencia y luchan por separar sus necesidades emocionales y psicológicas de las de los demás. Se hace referencia comúnmente a esto en el contexto de los miembros de la familia, pero el entrelazamiento puede ocurrir en cualquier relación.
A menudo glorificamos esta codependencia y este patrón poco saludable como el vínculo definitivo. Pero el entrelazamiento va más allá de la intimidad. Según el Dr. Chris Lewis, que se especializa en terapia y dinámica familiar, nuestras emociones y comportamiento se conectan directamente con las emociones y el comportamiento de los demás. A menudo, los individuos desarrollan la creencia de que son responsables del comportamiento y el estado emocional de su pareja y viceversa.
Nuestra individualidad, necesidades y deseos quedan en un segundo plano, lo que naturalmente conduce a una gran cantidad de problemas psicológicos para uno mismo. Si no podemos atender a nosotros mismos, es posible que no logremos desarrollar un verdadero sentido de nosotros mismos, que carezcamos de la capacidad de relacionarnos con nuestros pares y que nunca aprendamos a calmarnos o regular nuestras emociones, especialmente si el entrelazamiento ocurre entre un padre y un hijo.
Si cree que está psicológicamente enredado, puede identificarse con estos cinco signos de una relación codependiente:
Emociones compartidas
Cuando nuestras emociones están demasiado conectadas con las de los demás, a menudo experimentamos emociones compartidas. Este es un estado de codependencia emocional, que puede manifestarse como la incapacidad de ser feliz si tu pareja, amigo o familiar no lo es. Tus emociones se vuelven una.
Un signo revelador de emociones compartidas es un sentido de responsabilidad emocional: no puedes “seguir adelante” si tu pareja enredada no está bien. Si bien este sentimiento se glorifica en películas, programas de televisión y libros, es un estado insalubre que nos priva de autonomía. Habrá días en los que nuestras personas favoritas se sientan deprimidas, y eso hay que normalizarlo en las relaciones. ¿Por qué? Porque las emociones compartidas pueden inhibir nuestra capacidad de calmarnos o reflexionar sobre nuestro estado mental cuando nuestro estado emocional depende demasiado de otra persona.
Identidad borrosa
De manera similar a las emociones compartidas, las relaciones entrelazadas a menudo implican un grado de codependencia de la personalidad. No sabemos quiénes somos ni dónde estaríamos sin la otra persona. Si bien nuestra personalidad parece florecer a su alrededor, parece más aburrida y ambigua cuando están ausentes. Esto se debe a que construimos nuestra identidad en torno a la otra persona. En última instancia, esto hace que nuestro sentido de identidad sea frágil, lo que puede ser psicológicamente dañino.
Falta de tiempo personal, cuidado personal o privacidad
Cuando estamos en una relación entrelazada, a menudo nos faltan límites tanto físicos como mentales o emocionales. Hacer todo juntos, compartir todos tus secretos y estar siempre en compañía del otro puede parecer idílico, pero puede convertirse en una pesadilla de autocuidado. Cuando estamos constantemente con otra persona, nos privamos de privacidad, tanto física como mental. Es importante tener pensamientos personales y tiempo para el cuidado personal. Sin él, es posible que no logremos desarrollar un verdadero sentido de seguridad en nosotros mismos. Quizás empieces a preguntarte: ¿Puedo estar solo?
Del mismo modo, la interacción constante con una persona limita nuestra capacidad de relacionarnos con otras. En última instancia, podemos sentirnos aislados por la interacción constante porque es menos probable que nos acerquemos a amigos y familiares fuera de nuestra relación entrelazada.
Miedo intenso al abandono
Debido a los rasgos antes mencionados de una relación enredada, debemos temer el abandono. La idea de quedarnos solos, sin saber cómo nos sentimos, quiénes somos y cómo funcionar, es aterradora. La idea de estar separado de tu pareja enredada, ya sea por elección o por destino, se convierte en la peor imaginación posible porque realmente no sabes cómo vivirías sin ella.
Todo el mundo teme perder a sus seres queridos, pero la noción de que no podemos y no sabemos vivir sin alguien no es saludable. Sugiere una total falta de autonomía y límites. En una relación sana, odiamos la idea de perder a alguien, pero sabemos que podríamos sobrevivir sin él.
Culpa y ansiedad
Junto con el miedo al abandono, desarrollamos una gran culpa o ansiedad por atender a nuestra pareja enredada. Como nos sentimos responsables de su bienestar emocional, tendemos a preocuparnos por hacer o decir algo que los moleste. Esta puede ser la parte más perniciosa del enredo: sentir constantemente que nuestras acciones son responsables del estado emocional de otra persona. Debemos recordar: no es nuestro trabajo hacer felices a otras personas.