25 poemas de Pablo Neruda bonitos y sentimentales que te llegarán al alma

Fue uno de los primeros hombres latinoamericanos en recibir el Premio Nobel de Literatura, escritor comprometido, poeta como pocos y político. Pablo Neruda dejó su huella en el mundo de forma indeleble con poemas bonitos, y por eso hoy, años después de su muerte, seguimos leyéndolo y honrándolo con todo tipo de conmemoraciones.

En particular, Neruda es para mi un poeta muy especial. Su poesía me transporta a momentos importantes de mi vida, y es por eso por lo que hoy quiero dedicarle este espacio. Para que, por medio de una breve selección de poemas de amor, podrás conocer mejor al autor y descubrirás su particular visión del mundo. ¡Comparte con quien más quieras estos poemas perfectos para dedicar!

RBA

Poema XV

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma.
emerge de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa basta.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Puedo

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, ya veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La bese tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdida.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos
árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuanto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis
brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdida.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Tengo miedo

Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza
del cielo se abre como una boca de muerto.
Tiene mi corazón un llanto de princesa
olvidada en el fondo de un palacio desierto.

Tengo miedo -Y me siento tan cansado y pequeño
que reflojo la tarde sin meditar en ella.
(En mi cabeza enferma no ha de caber un sueño
así como en el cielo no ha cabido una estrella.)

Sin embargo en mis ojos existe una pregunta
y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
¡No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste!
abandonada en medio de la tierra infinita!

Se muere el universo de una calma agonía
sin la fiesta del Sol o el crepúsculo verde.
Agoniza Saturno como una pena mía,
la Tierra es una fruta negra que el cielo muere.

Y por la vastedad del vacío van ciegas
las nubes de la tarde, como barcas perdidas
que escondían estrellas rotas en sus bodegas.

Y la muerte del mundo cae sobre mi vida.

Si me olvidas

Quiero que sepas
una cosa

Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
Junto al fuego
la ceniza impalpable
o el cuerpo arrugado de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
Eran pequeños barcos que navegaban.
hacia las islas tuyas que me guardan.

Bien ahora,
si poco a poco deja de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
Me olvidaste
No me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decide
A dejarme en la orilla
del corazón que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
En esa hora
Levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
Si cada día,
Cada hora
Siento que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estarás en tus brazos
sin salir de los míos.

RBA

Soneto XLV

No estés lejos de mí un solo día, porque cómo,
porque, no sé decirlo, es largo el día,
y te estaré esperando como en las estaciones
cuando en alguna parte se durmieron los trenes.

No te vayas por una hora porque entonces
en esa hora se juntan las gotas del desvelo
y tal vez todo el humo que anda buscando casa
Ven a matar aún mi corazón perdido.

Ay que no se quebrante tu silueta en la arena,
ay que no vuelen tus párpados en la ausencia:
no te vayas por un minuto, bienamada,

porque en ese minuto te habrás ido tan lejos
que yo cruzaré toda la tierra preguntando
si volverás o si me dejarás muriendo.

Ayer

Todos los poetas excelsos
Se reían de mi escritura
a causa de la puntuación,
mientras yo me golpeaba el pecho
confesando puntos y comas,
exclamaciones y dos puntos
es decir, incestos y crímenes
que sepultaban mis palabras
En una Edad Media especial
de catedrales provincianas.

Todos los que nerudearon
Comenzaron a valiejarse
y antes del gallo que cantó
Se fueron con Perse y con Eliot.
y murieron en su piscina.

Mientras tanto yo me enredaba
Con mi calendario ancestral
Más anticuado cada día
Sin descubrir sino una flor
descubierto por todo el mundo,
sin inventar sino una estrella
Seguramente ya está apagada,
mientras yo embebido en su brillo,
borracho de sombra y de fósforo,
seguía el cielo estupefacto.
La próxima vez que regrese
Con mi caballo por el tiempo
Voy a disponerme a cazar
debidamente agazapado
todo lo que corra o que vuele:
a inspeccionarlo también
si está inventado o no inventado,
descubierto o no descubierto:
No se escapará de mi rojo
Ningún planeta vendedor.

Cien sonetos de amor

En medio de la tierra apartaré
Las esmeraldas para divisarte
y tú estarás copiando las espigas
con una pluma de agua mensajera.

¡Qué mundo! ¡Qué profundo perejil!
¡Qué nave navegando en la dulzura!
¡Y tú tal vez y yo tal vez topacio!
Ya no habrá división en las campanas.

Ya no habrá sino todo el aire libre,
las manzanas llevadas por el viento,
el suculento libro en la enramada,

y allí donde respiran los claveles
fundaremos un traje que resista
la eternidad de un beso victorioso.

Sed de ti

Sed de ti me acosa en las noches hambrientas.
Trémula mano roja que hasta su vida se alza.
Ebria de sed, loca sed, sed de selva en sequía.
Sed de metal ardiendo, sed de raíces ávidas……

Por eso eres la sed y lo que ha de saciarla.
Cómo poder no amarte si he de amarte por eso.
Si ésa es la amarra cómo poder cortarla, cómo.
Cómo si hasta mis huesos tienen sed de tus huesos.
Sed de ti, guirnalda atroz y dulce.
Sed de ti que en las noches me muerde como un perro.
Los ojos tienen sed, para qué están tus ojos.

La boca tiene sed, para qué están tus besos.
El alma está incendiada de estas brasas que te aman.
El cuerpo incendio vivo que ha de quemar tu cuerpo.
De seda. Sed infinita. Sed que busca tu sed.
Y en ella se aniquila como el agua en el fuego.

RBA

Bella

Bella,
como en la piedra fresca
del manantial, el agua
abre un ancho relámpago de espuma,
así es la sonrisa en tu rostro,
bella.

Bella,
de finas manos y delgados pies
como un caballito de plata,
andando, flor del mundo,
Así te veo,
bella.

Bella,
con un nido de cobre enmarañado
En tu cabeza, un nido
color de miel sombra
donde mi corazón arde y reposa,
bella.

Bella,
no te caben los ojos en la cara,
No te caben los ojos en la tierra.
Hay países, hay ríos
En tus ojos,
Mi patria está en tus ojos,
Yo camino por ellos,
Ellos dan luz al mundo
por donde yo camino,
bella.

Bella,
tus senos son como dos paneles hechos
de tierra cereal y luna de oro,
bella.

Bella,
tu cintura
la hizo mi brazo como un río cuando
Pasaron mil años por tu dulce cuerpo,
bella.

Bella,
no hay nada como tus caderas,
Tal vez la tierra tiene
En algún sitio oculto
la curva y el aroma de tu cuerpo,
tal vez en algún sitio,
bella.

Bella, mi bella,
tu voz, tu piel, tus uñas
Bella, mi bella,
tu ser, tu luz, tu sombra,
bella,
Todo eso es mío, bella.
Todo eso es mío, mía,
cuando andas o reposas,
cuando cantas o duermes,
cuando sufres o sueñas,
siempre,
cuando estás cerca o lejos,
siempre,
Eres mía, mi bella,
Siempre.

Canto a las madres de los milicianos muertos

¡No han muerto! estan en medio
de la pólvora,
de pie, como mechas ardiendo.
Sus sombras puras se han unido
en la pradera de color de cobre
como una cortina de viento blindada,
como una barrera de color de furia,
como el mismo pecho invisible del cielo.

¡Madres! Ellos están de pie en el trigo,
altos como el profundo mediodía,
dominando las grandes llanuras!
Son una campanada de voz negra
que a través de los cuerpos de acero asesinados
réplica la victoria.
Hermanas como el polvo
caído, corazones
quebrantados,
¡Tened fe en vuestros muertos!
No sólo son raíces
bajo las piedras teñidas de sangre,
no sólo sus pobres huesos derribados
definitivamente trabajando en la tierra,
sino que aun sus bocas muerden pólvora seca
y atacan como océanos de hierro, y aun
sus puños levantados contradicen la muerte.

Porque de tantos cuerpos una vida invisible
se levanta. ¡Madres, banderas, hijos!
Un solo cuerpo vivo como la vida:
un rostro de ojos rotos vigila las tinieblas
¡Con una espada llena de esperanzas terrestres!

Dejad
vuestros mantos de luto, juntad todas
vuestras lágrimas hasta hacer las metales:
que allí golpeamos de día y de noche,
allí pateamos de día y de noche,
Allí escupimos de día y de noche.
¡Hasta que caigan las puertas del odio!

Yo no me olvido de tus desgracias, lo conozco
hijos de los oyentes
y si estoy orgulloso de sus muertes,
También estoy orgulloso de sus vidas.
Sus risas
relampagueaban en los sordos talleres,
sus pasos en el metro
sonaban a mi lado cada día, y junto
a las naranjas de Levante, a las redes del Sur, junto
a la tinta de las imprentas, sobre el cemento de las arquitecturas
he visto llamarar sus corazones de fuego y energías.

Y como en vuestros corazones, madres,
Hay en mi corazón tanto luto y tanta muerte.
que parece una jungla
mojada por la sangre que mató sus sonrisas,
y entra en él las rabiosas nieblas del desvelo
con la desgarradora soledad de los días.

Pero
más que la maldición a las hienas sedientas, al estertor
bestial
que aúlla desde el África sus patentes inmundas,
más que la cólera, más que el desprecio, más que el llanto,
madres atravesadas por la angustia y la muerte,
mirad el corazón del noble día que…